Jorge58 (sin comentarios)
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« Respuesta #39 : 20 de Julio 2007, 13:31:57 » |
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(del diario Olé)
Los dos jugaron enojados, claro, porque no hay otra manera de encarar estos partidos en los que hay viejas broncas y se juega el orgullo más allá de una clasificación a una final. Se conocían mucho, al punto que éste fue el quinto choque en ocho meses, y arrastraban todavía más roces que partidos jugados. Pero Chile convirtió ese enojo en violencia y Argentina, en fútbol. A un golpe, una pisada de Di María. A una barrida de atrás, un sombrero de Agüero. A un topetazo con ganas, con cara de te quiero partir al medio, una asistencia deliciosa de Banega. A un codazo, un pase a la red de Yacob. A una protesta, una sutileza del Kun con gol de Morales. Y así, a la larga, Argentina la dejó Rojita de vergüenza a Chile.
El rápido gol de Di María, antes de que lo sacaran las patadas, derrumbó el principal argumento con el que habían alardeado los pibes chilenos durante toda la previa. El arco invicto, la solidez defensiva, el récord sin goles en mundiales juveniles, todo eso, en 11 minutos, quedó en bonito recuerdo y número para las estadísticas. Porque el pibe de Rosario Central, que a los seis minutos calibró la mira con un remate que salió desviado por poco, un ratito después recibió una bola exquisita de Banega, que la peleó en el piso como Serna y la abrió a la derecha como Riquelme, y ahí sí que el delantero no falló. Una definición que seguro le hubiese arrancado una sonrisa grande, y un "éste es nuestro", al otro canalla que ayer estuvo en boca de todos... Ahí, con ese gol, no sólo se terminó el invicto de Chile sino también su razón de ser. Sintieron el golpe. Quedaron enredados en impotencia. Y quisieron vender cara la derrota por el peor camino...
A las virtudes de Argentina, que juega y pelea, que arma juego a un toque y sin posiciones fijas del medio para adelante, que creció desde el primer partido a hasta este último, ahora habrá que agregarle la inteligencia. Porque encauzó las ganas de pelear, de mostrar su guapeza y saldar viejos rencores con fútbol del bueno. O, mejor dicho, ratos de fútbol del bueno, cuando se pudo y los cracks bajitos argentinos se encontraron, pero siempre con seriedad. Chile se equivocó el camino. Sólo se animó a jugar un rato, entre el primer y segundo gol de Argentina, y luego se dedicó a pegar hasta el cansancio. Intentó, sin razones, ponerse en víctima. Y, en realidad, si sufrió sólo dos rojas fue simplemente porque el árbitro anduvo con la mano perezosa para meterla en el bolsillo de atrás. Así, claro, todo se le hizo muy fácil a Argentina. Ahora, con el mismo juego y la misma seriedad, va por el premio mayor.
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