Casual
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« Respuesta #121 : 4 de Octubre 2005, 17:33:55 » |
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PRÓLOGO
Advierto de antemano que lo que sigue es una lectura que muchos considerarán innecesaria, larga, tediosa, doctrinal y enrevesada, entre otros muchos descalificativos que no dudo le serán otorgados más o menos públicamente. No recomiendo su lectura si no tenéis ganas, o tiempo, de pensar u opinar políticamente, o si, simplemente, preferís ocupar vuestro tiempo en el foro con temas más lúdicos (con los que yo mismo espero poder seguir disfrutando a pesar de este post). A quienes lean su contenido, que he pretendido sea respetuoso con todos, espero les invite a la reflexión. No sólo de sexo vive el hombre... Lamentablemente.
A todos aquellos que, armados de paciencia, valor y ánimo constructivo, lean lo que sigue, gracias.
“Adios España, Adios (Reflexiones políticas ante la reforma de un Estatuto)”
(By Casual)
4 de Octubre de 2005
Vivimos tiempos convulsos y muy determinantes, por más que muchos no quieran verlo así, bien por sana y feliz ignorancia o bien simplemente porque la reforma del “Estatut” les importa un comino. A todos habría que decirles, como hago: La reforma del Estatuto de Autonomía Catalán es mucho más que una simple reforma legislativa: Es un ataque mortal al corazón de España. Un ataque a su Constitución.
Desde los partidos nacionalistas catalanes se está simplificando inteligentemente la cuestión a una idea básica, que es aquella en la que se apoyan, precisamente, para existir y subsistir esos mismos políticos nacionalistas, de uno u otro lugar: “España no quiere que los catalanes crezcamos. España es un lastre para Cataluña. Sólo podremos crecer sin España. Es justo que aportemos a España sólo aquello que nosotros, los catalanes, consideremos que es justo aportar. Es decir: Aquello de lo que podamos disponer, una vez satisfechas nuestras necesidades de servicios.”
Afirmaciones rotundas, magníficamente sencillas y claras. Hasta el más desinformado las entiende. Son además, desde luego, afirmaciones muy eficaces en términos políticos. Ningún catalán le quitará la razón a un político que le pregunte: “¿Le parece justo que los catalanes gestionemos nuestro dinero para repartirlo entre nosotros según nuestras propias necesidades?”.
Esta es la principal base ideológica sobre la que se asienta el nacionalismo: La necesidad de “una mejor gestión económica nacionalista” frente a la lejanía y onerosidad de la indeterminada solidaridad nacional interterritorial, tan opuesta al interés particular catalán, que es lo que, en una particular visión política simplificadora, viene a significar España para un seguidor nacionalista.
Pues bien, sobre esta sencilla idea básica, que tan bien cala en el pueblo, de “lo mío es mío y no tengo por qué dárselo a los demás”, los políticos nacionalistas catalanes (y donde digo catalanes, dígase cualquiera otro) dicen: “¿Por qué, entonces, si lo mío es mío, debo dejar decidir a los demás al respecto de lo que se hace en mi propia casa?”.
E insisten: “Si hemos de ser autónomos, porque así lo ha establecido la Constitución, seámoslo de verdad. Desarrollemos lo que dice esa Constitución, que al fin y al cabo es reformable, hacia su verdadero y último significado. No tengamos miedo de adaptarnos, y adaptar esa Constitución, a los tiempos.”
(Aplausos) Magnífico discurso demagógico, señores políticos, magnífico. Y bien que les va con él.
Pero no olvidemos quiénes somos. ¿Qué somos?
Acudiremos a un sencillo ejemplo de exclusión para definir a aquel Estado que antiguamente fue conocido como “España” en todo el mundo: Hoy, “Estepaís” es todo aquello que, por cercanía geográfica, no sea Portugal, ni Francia, ni Andorra, ni Gibraltar (según doctrina reciente de nuestro Presidente del Gobierno), ni Marruecos.
Al menos en eso estaremos todos de acuerdo. Espero.
Pues bien, “Estepaís” se constituyó política y democráticamente sobre una Constitución, votada y aceptada como tal por los españoles. Esa constitución definía a España” (“Estepaís”), como un Estado social, democrático y de derecho.
Además de lo anterior, uno de los principios básicos de nuestra Constitución, como de cualquier democracia digna de llamarse como tal, es el respeto a la Soberanía Popular, delegada representativamente en el Congreso de los Diputados. (El Senado, hoy día, no sirve de gran cosa, salvo como Club de Élite para políticos ociosos)
Cuando una Comunidad Autónoma, que debería ser y comportarse como lo que es al fin y al cabo: Un organismo administrativo del Estado que viene caracterizado y delimitado por el específico ámbito geofuncional de su ámbito competencial constitucionalmente otorgado, dice que no es lo que es, sino que es algo distinto... ¿Qué es lo que está diciendo?
Lo que dice ese ente autonómico estatal viene a ser, ni más ni menos, lo siguiente:
Ellos, los políticos que gestionan el ente autonómico, no reconocen su vinculación a la Soberanía Popular (Que reside en el TODO el pueblo, y no sólo en la voluntad de parte de él), y dicen, además, que sólo representan, y “sirven” a “su” propio pueblo, al que llaman NACIÓN, para dotarle de un contenido político distintivo.
De resultas de este verdadero Golpe de Estado, esos pocos políticos autonómicos obligan al resto del Pueblo Estepaiseño a pasar y estar por lo que digan ellos.
De resultas de este Golpe de Estado, surge la implantación de una “Dictadura Minocrática”, que como tal dictadura, controla al ciento por ciento, entre otros aspectos, la creación de la opinión pública de su región: Opinión Pública teledirigida que termina por asumirse por el pueblo como la “Verdad Única”.
Resultado de esto: Perpetuación en el Poder de la oligarquía dominante.
Amparados, pues, bajo la coartada perfectamente tejida de esa legitimidad democrática autonómica, dicen tener la representación de la Soberanía para decidir con plena autonomía lo que incumbe al respecto de su propia existencia como “Comunidad Autónoma” (De momento; mañana será como “Nación”), olvidando, o queriendo que se olvide, que son quienes son porque el Pueblo español así lo ha querido a través de una Constitución, y olvidando también que, al final, deben respeto y obediencia a la Soberanía Popular (la de TODO el Pueblo español) representada en esa Constitución y en el Parlamento de España.
Es decir: Que Cataluña no puede decirle a toda España qué es Cataluña. Y no puede porque eso ya se decidió en una Constitución que fue aceptada por TODOS los españoles. Decir ahora que la Constitución no les vincula es tanto como decir: “Señores españoles, aquí mando yo, y no hay más que hablar”.
Bienvenidos a la DICTADURA MINOCRÁTICA.
Queridos foreros: España se constituyó como una Democracia Constitucional. Y este sistema político significa que ninguna decisión política puede ser vinculante cuando va dirigida contra los dictados máximos de la Constitución. ¿Qué ocurriría si el Estatuto dijera (que no lo dice): “Se impone en Cataluña la pena de muerte”, o si estableciera la derogación de la Libertad de Expresión? Cuántos saldrían escandalizados diciendo: Señores, eso vulnera los valores establecidos en nuestra Constitución.
Lamentable contradicción.
La reforma de la Constitución, si se pretende, tiene unos cauces legales y democráticos establecidos para ello. Ningún político puede tomarse la libertad de situarse por encima de la Constitución aludiendo a su sola conveniencia, porque, de lo contrario, y acudiendo al rico refranero castellano: “Aquí, o follamos todos, o tiramos la p u t a al río”. El sistema constitucional, parece mentira que haya que decirlo aún, es algo que se respeta y que no es discutido en el mundo civilizado occidental. Todo lo contrario sucede aquí. Y eso me lleva a pensar que, al final, los franceses van a tener razón: España nunca debería haber entrado en Europa, porque España sigue siendo un país de mercaderes depredadores, un país de políticos corruptos, incultos, ignorantes y balbucientes, un país políticamente convulso, mediocre, analfabeto, egoísta, miserable, traicionero, corto de miras, insignificante, patético, triste y lamentable... Un país, sin embargo también capaz de lo mejor, con una historia que resulta increíble haya podido estar vinculada a esto que hoy somos; un país cuajado de gente amable, hospitalaria, increíble y maravillosa, de paisajes inolvidables, de naturaleza bellísima... Un país capaz de lo mejor pero que vive eternamente instalado en lo peor de sí mismo.
Si no reaccionáis y empezáis a pensar en España, queridos todos: Esto se nos va a la mierda. Algo que alegrará a los países amigos, sobre todo Marruecos y Francia. Tradicionales aliados nuestros.
En fin: Seguid cerrando los ojos al mundo, y ¡Que viva España! ...Mientras dure.
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