Lebron J
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Las cosas se hacen o no, pero no se intentan
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« Respuesta #13 : 23 de Abril 2005, 16:17:29 » |
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Repetir cada año que los Playoffs se presentan más interesantes que nunca pasa casi por tópico. Pero no por ello deja de ser verdad en momentos donde no parece sobresalir por encima del resto ningún equipo dominante, sino asomarse varios. Es el caso de la presente postemporada, una de las más atractivas, cierto es, de los últimos años. De las posibles dianas de atención escogemos 10 sin apenas números ni nombres, sino de sensaciones:
1. La verdad de Phoenix
Uno de los experimentos tácticos más innovadores y brillantes en los últimos 30 años de NBA tiene que merecer un capítulo aparte. De momento lo resumimos en que, tirando por la borda la figura del pívot, ha logrado coexistir liberado –gracias, Mike D’Antoni– un compacto racimo de engranajes unidos por el más valioso motor de la liga –gracias, Steve Nash– con el aro como obsesión. Desde los Nuggets de Moe –y la posterior broma de Westhead– no se ha visto en pista una urgencia ni tan deslumbrante ni tan eficaz.
Durante todos y cada uno de los 82 partidos presidió el vestuario un mandamiento manuscrito a fuego en la pizarra por Mike D’Antoni: RUNNING GAME. Bajo él, las variables por cada nuevo rival, más por emparejamientos individuales que por equipos. Pero la base propia, intacta. Y con ella deben morir porque los Suns dejan de serlo si juegan a otra cosa. De cuantos puntos de interés despierten ahora estos Play Off hay uno hegemónico: comprobar si es posible la continuidad del modelo PHX en esta nueva batalla, de carácter bien distinto a la Regular. De ahí que tras la durísima victoria ante Dallas el veterano del grupo, Jimmy Jackson, advirtiera en el mismo vestuario: “Señores, enseguida nos quedaremos solos” , como si el mismo terreno por el que tan fabulosamente se han deslizado hasta ahora fuese a desaparecer. “No habrá tiempo de corregir nada” .
Los Suns precisan reconocerse a sí mismos al primer minuto de juego. La apisonadora ofensiva tiene que estar en marcha desde el principio. Algo falla si no es así. Phoenix no es un equipo que aguarde. Es un equipo que impone. Y el milagro se ha fraguado precisamente en no modificar un ápice su estilo ante nadie, cosa que en la práctica ningún otro equipo ha podido cumplir. Pero en los Play Off todo se condensa y aprieta salvo el tempo, que se dilata peligrosamente. Quienes lograron derrotarles lo saben: el secreto reside en colapsar su ritmo de juego. Colapsarlo a un punto donde traicionar incluso el propio, pero al Run&Gun –Run&Dunk habría que decir– no les gana nadie. Es difícil imaginar dónde pueden errar si continúan haciendo lo mismo que hasta ahora. ¿¡Dónde!? Asoma como antibiótico la defensa. Evidente. Pero por si alguien no se había dado cuenta, su mayor virtud en Regular ha estribado en que no se dejan defender. Demostraron que desatados son más rápidos que toda transición defensiva.
Que Phoenix lograse culminar el milagro con el anillo iría más allá de una gloria particular. Resultaría un éxito sin precedentes y por la naturaleza del experimento, podríamos estar ante el final definitivo de un período histórico que, razones aparte, arranca en 1993.
2. El retorno de la pareja
Qué grato simbolismo tuvo para muchos aficionados el regreso de Walker al hogar del que nunca quiso salir. El efecto fue inmediato y ganaron 11 de los 12 primeros partidos antes de que las aguas volvieran al cauce acostumbrado, la inconsistencia. Se comprobó sin embargo que su perfil como jugador parece perder sentido fuera de Boston y paralelamente la actual orientación de la franquicia sin él. Lo mejor de las dos últimas décadas de vacío verde lo ha proporcionado este morboso tándem –Pierce&Walker– que proporciona un extra de interés al espectador: siempre se batirán de cara a todo rival. Podrán fallar pero jamás eludirán el duelo. Y para colmo se suma ahora un tercer ardor: Ricky Davis.
En la orilla de los Celtics pocas cosas han cambiado salvo dos: Detroit y Miami. Pero en conjunto sigue siendo la misma lotería en que una racha favorable puede colarte a un punto no previsto, donde todo puede pasar. 13 años después vuelven a ganar la Atlantic –por 25ª vez– pero nadie en ese equipo, aún muy joven, sabe lo que es ganar una División (salvo Payton). Boston aparece de pronto como la tercera vía posible a la lógica bipolar entre Detroit y Miami.
Parece difícil si no imposible. Pero la presencia otra vez de la pareja en Play Off es un ingrediente de innegable atractivo, uno de esos pocos que acaso conviertan las eliminatorias del Este en más sugerentes que las de su hermana rica, donde la competencia más vigorosa se alcanza visiblemente al final.
3. Shaq vive
Shaquille O'Neal es la gran baza de unos pujantes Miami Heat (Foto EFE)
A todos los efectos el único beneficiado de la debacle angelina del pasado junio ha sido él. Shaquille regresó más joven que nunca, con un físico impensable a estas alturas de carrera, muy similar al de su etapa en Orlando y todo ello con una consecuencia inmediata: la mejor temporada en la historia de Miami, su candidatura oficial al anillo y la prueba concluyente de que el factor dominante de Shaq continúa plenamente vivo, que la NBA sigue siendo coto muy cerrado en torno a su figura.
No cabe duda que Miami ha sido una de las grandes atracciones del año. Sin practicar un Baloncesto brillante al estilo de Dallas o Phoenix, los Heat han demostrado poder competir con cualquiera por tres motivos de orden descendente: uno, Shaquille O’Neal, dos, Dwayne Wade y tres, un mayor fondo de resolución en todos los apartados. Ha venido sin embargo el mes de abril a ponerles nerviosos. Primero el estómago y después el muslo de una pierna maltrecha han puesto a Shaq en duda en el peor momento. La realidad es la siguiente: con Shaq optan a todo; sin él son un equipo en iguales condiciones que un racimo de aspirantes en esta Conferencia. ”No podemos ganar sin él” , sentenciaba un Alonzo Mourning que ha encontrado el mejor sitio posible para cerrar su carrera. “Nosotros le seguimos. Sólo él conoce el camino”, añadía Haslem.
Anfernee Hardaway-Shaquille O’Neal (1 subcampeonato), Kobe Bryant-Shaquille O’Neal (3 anillos, 1 subcampeonato)... ¿Dwayne Wade-Shaquille O’Neal? Todo indicaría que algo, no menos que una Final de Conferencia, tiene que ocurrir. De momento todo apunta a que terminando mayo se vean las caras con los vigentes campeones. Una vez en las Finales, Shaq manda. Pero para llegar hasta allí, él tiene que estar en perfectas condiciones. Y si no fuera así, cabe descartar a Miami definitivamente. O todo o nada. Eso es Miami en realidad. Quedarse a medio camino con Shaq en plantilla carece de sentido.
4. Unas Finales de lógica
El broche final a la Dinastía amarilla confirmó en la victoria de Detroit la poderosa tendencia de principios de siglo en la NBA de los recientes campeones: la política de bloques. Conjuntos muy trabajados y profundos, de escaso resplandor –salvo a momentos– y un baloncesto rocoso y de desgaste. Como dijo Larry Brown: “Aquí gana el más fuerte” . Con el primer discurrir de la temporada parecía difícil eludir un guión que por poderes tenía forzosamente que enfrentar en las Finales a los dos máximos representantes a cada lado de esta nueva férrea política deportiva: San Antonio y Detroit. Este último, el vigente campeón, va a defender su corona con uñas y dientes. Y en el fondo, pese al aditivo de nuevos aspirantes, a nadie sorprendería que se vieran las caras en junio. La NBA continuaría siendo a fin de cuentas matemáticamente previsible. Guste o no, serían unas Finales que enfrentarían a los dos últimos campeones de la NBA, que por cierto, mantienen el esplendor de su armadura y son los dos únicos equipos capaces de dejar al rival por debajo de los 90 puntos.
En 82 partidos, tan sólo 12 veces cayeron los Pistons y los Spurs en sus respectivos fortines. Aunque han titubeado durante la campaña –como todos salvo Phoenix- no se olvide que este de los Play Off es su terreno ideal. Las eliminatorias son una carrera de desgaste donde, como bien saben ellos, gana el más fuerte. Ellos lo son.
5. A Denver ni en pintura
Nadie quería a unos enrachados Denver Nuggets en el Play Off (EFE)
Quién lo iba a decir terminando enero. De pronto Denver se ha convertido en la bola negra para todo el Oeste. Lógico. Desde el 28 de enero, fecha de llegada de Karl, que coge un equipo con 17-25 más problemas, los de Colorado desatan un 31-8. Y desde el All Star 24-3. En suma la mejor racha desde que se hicieron franquicia NBA en 1976.
Se ha recuperado a pleno rendimiento a todos los jugadores, el banquillo ha cobrado importancia, Carmelo ha anotado más (20.4) con tres minutos y medio menos y tres tiros menos por noche. Durante los primeros cuatro meses Denver era uno de los peores tiradores de triples (30.9) y desde la llegada de Wesley Person el 3 de marzo aciertan más del 41 por ciento. Con el añadido de Nájera y el regreso sano de Nené el banquillo promedia más de 42 puntos, a lo que sumar, ahora sí, el esplendor esperado en Martin y Camby. En ese período el diferencial respecto al rival en todos los apartados del juego discurre a favor en un grado mayor a cualquier otro equipo. La expresión utilizada por Karl lo dice todo: “Confidence” . En ocasiones resulta más relevante el momento en que llega un equipo a la postemporada que la temporada entera. A San Antonio no le ha hecho ninguna gracia tener que bailar en primera ronda con la más fea. El choque de trenes se produce además en colisión absoluta, porque si bien los texanos templan su juego por naturaleza llegados los Play Off, tendrán que hacerlo aún más para evitar dejar correr a un equipo, Denver, que ha conseguido sus mejores logros precisamente corriendo. De las ocho eliminatorias en liza, esta es sin duda la más impredecible por cuanto del rendimiento de los Nuggets, al igual que ocurre con Phoenix, se ignora su continuidad. A los de Karl no les pararía nadie. Pero San Antonio está preparado para todo rival. Y una vez adiós a los Nuggets, los texanos estará automáticamente disputando el pase a las Finales.
6. Invitados de honor
Contra lo que se pueda pensar en una postemporada que parece abierta, hay una serie de equipos que luego de hacerlo francamente bien en Regular, muy posiblemente hayan obtenido su premio al llegar aquí. Al menos su valor real puede ser ése. Y paralelamente, han contado con el factor suerte, dando en eliminatorias que los enfrentan a rivales de nivel similar. Por lo que alguno se verá por fuerza en la segunda ronda. Esos duelos cenicienta se reparten a uno por Conferencia: Washington y Chicago en el Este, y Sacramento y Seattle en el Oeste.
Washington no juega una ronda a favor desde 1979 –y esta vez tampoco–, Chicago debuta desde 1998, es difícil vincular ahora a Sacramento con su nivel de años anteriores –son otro equipo– y mucho menos con los rivales más poderosos del Oeste. A ellos hay que sumar a unos infortunados Grizzlies, que envidian la ronda entre Sonics y Kings, y en el Este, acaso Philadelphia. No más. Porque tanto New Jersey como Indiana son incógnitas a siete partidos. Puede que los primeros sean más una pareja que un equipo formal y los segundos hayan luchado contra viento y marea para estar aquí, pero una vez en Play Off y situados como están en el Este, en un Este del que forman parte bien relevante en los últimos años –sobre todo NJ– no es del todo descabellado situarles en un plano de competencia superior al resto de invitados de honor.
Tampoco es de extrañar esta presencia casi numerosa. Es normativo que cada año disputen los Play Off, incluso segundas rondas, equipos que dañan a los poderosos pero no les impiden el paso. Memphis, Seattle, Sacramento, New Jersey, Chicago, Washington y Philadelphia bien pueden formar el racimo previsto para este año. Lo que vendría a demostrar una vez más que el anillo es cosa de pocos por mucha animación previa que haya.
7. Los peligrosos coagulantes
Los Dallas Mavericks lo vuelven a intentar (Foto EFE)
¿Nadie recuerda la presunta decepción que iban a ser los Rockets tras el primer tercio de campaña en que frecuentaban partidos –y derrotas– de 75 puntos tirando McGrady apenas 13 veces por noche? Afortunadamente para ellos todo eso cambió. Pero la misma lógica que impuso que a menos Van Gundy el equipo jugara mejor impone ahora el terreno abonado para el técnico. No se olvide. El Baloncesto de Van Gundy está diseñado para los Play Off. Es ahí donde él toma las riendas de manera absoluta. Lo contrario sería una sorpresa y feliz para sus jugadores, en especial para McGrady, el único habilitado para salvar al técnico.
En el otro lado la dolorosa Indiana. Como rival puede resultar más dañino que un favorito. La víctima jugará a su ritmo. Y aun ganando saldrá torcido para la siguiente ronda. El cuarteto de equipos de menor anotación al contraataque estuvo formado en Regular por Indiana, Houston, San Antonio y los Clippers. Ahora que quedan 16, tan sólo hay dos equipos que pueden competir sin traumas en el coágulo táctico: Detroit y San Antonio. Por algo siguen siendo favoritos. Aguantan igualmente la carrera y el estático duro.
8. La tercera vía
Hay un equipo que ha cerrado la Regular ganando 16 de los últimos 18 partidos incluido el cierre de 9 victorias seguidas, que saca en ellas más de 10 puntos de ventaja al derrotado (5.8 en el global de la temporada, terceros tras Spurs y Suns), que ha alcanzado el mejor porcentaje en triples de la liga, que se embolsa casi 16 puntos procedentes de las pérdidas de balón provocadas y que ahoga el ataque rival por debajo del 43 por ciento de acierto. Y les sobra incluso la pintura. Un equipo que ha logrado esos registros utilizando una rotación cotidiana de hasta 12 jugadores sin el menor perjuicio en el juego; más aún, como causa conjunta de esa aplastante superioridad. Un equipo que cierra su quinto año consecutivo por encima de las 50 victorias y que en ese mismo período ya ha recorrido el completo itinerario de rondas que se exige atravesar a todo equipo campeón.
Ese equipo es Dallas Mavericks. Y llegados a este punto presente no hay una sola razón que impida pensar en ellos como nuevos campeones de la NBA. Las dudas que generaron durante el rodaje del primer tercio de campaña quedan más lejos que algunas de sus eliminatorias disputadas en años anteriores. Contra esas Finales que apuntamos de lógica más previsible, aparecen los Mavericks como la tercera vía, la posibilidad real de alcanzar finalmente el anillo. Si otros años siempre aparecía alguien por encima de ellos, no es posible decir lo mismo a día de hoy. Porque no hay un equipo más completo en toda la NBA. A lo sumo, más difícil o mejor diseñado para el Baloncesto cruel de las eliminatorias (Detroit o San Antonio), pero no hay plantilla más profunda que la suya. Dallas sólo tendría que creérselo. Para eso vino Avery Johnson. Lo curioso es que si pierden otra vez la ocasión, sería un error acometer cambios en este equipo, el de grado más perfecto en la historia de la franquicia. ¿Es ya el momento?
9. El regreso de Carter
El regreso de Vince Carter al Play Off es otro gran aliciente (Foto EFE)
Otro bonito aliciente –él lo es íntegramente– reside en la vuelta de Vince Carter a los Play Off igual que lo ha sido su regreso absoluto como jugador, como la estrella singular que sin duda es en esta NBA actual. En condiciones bien distintas a otros, New Jersey ha terminado la temporada de forma sospechosamente abrumadora, como si la derrota con Orlando el 2 de abril fuese la parrilla de salida para unas series de las que se convencieron tenían que disputar. Ganaron entonces 6 de los siguientes 7 partidos (8-2 cierre) y no repararon en hacerlo a domicilio. Una situación así en el Este se presta a cualquier logro más aún contando con un jugador, Jason Kidd, que fue el motor principal de la presencia en las Finales de unos Nets que aparentemente tampoco gozaban de mucha más cosa que ahora.
Cuando vemos a Kidd raparse la cabeza por estas fechas algo tiene que decir New Jersey en el Este. La sorpresa Jefferson está presente. Y Carter mejor que nunca. El ganador de esta ronda contra Miami estará en las Finales de Conferencia.
10. East vs West
La sorpresa que supuso la apabullante victoria de Detroit sobre Los Ángeles el año pasado y por extensión sobre todo el Oeste, cerró asimismo una brecha que se antojaba insalvable por un período no inferior a una década. Las diferencias en Regular igualmente se van acortando y la igualación, aún no muy aparente, es la tendencia en el futuro inmediato. Históricamente el cuerpo autónomo de la NBA respondió a este tipo de situaciones con los mecanismos de siempre: draft, traspasos y tiempo. Sólo que el tiempo esta vez ha sido inferior a lo previsto.
Este año el Oeste ha vencido en un 56.9 por ciento de sus enfrentamientos con el Este. El alarmismo de los últimos años no sólo ha venido a apagarse en la práctica sino que a día de hoy, si bien la competencia en el Oeste parece de mayor nivel, nadie apuesta por una victoria segura de nadie una vez llegue el escenario de las Finales. Esta es la histórica igualdad que preside el juego de fuerzas en la NBA. Y no hay aliciente más importante y positivo. Lejos quedan aquellos 12 títulos consecutivos procedentes del Este entre 1959 y 1970. 12 títulos de un lado. Y no hubo alarma. Mejor así.
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