Jorge58 (sin comentarios)
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« Respuesta #113 : 5 de Junio 2014, 13:48:13 » |
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Buena nota del diario Olé
Construida o comprada. Una cartel en San Antonio marca la diferencia entre los Spurs y Miami, rivales desde hoy en la final NBA (por ESPN, a las 22). Los hinchas texanos cargan las tintas sobre la billetera de Mickey Arison, dueño de l Heat, que de un día para el otro sumó dos estrellas en el 2010 (Bosh y LeBron, que hoy ganan 38 millones por año) y logró un candidato, que ya juega su 4ª final al hilo.En San Antonio, en cambio, están orgullosos que su franquicia haya sido armada a pulso, con esfuerzo y la sombra de los poderosos, incluso de la NBA.
Los Spurs son apenas la 7ª ciudad más poblada de Estados Unidos. Casi en la frontera con México, a la NBA nunca le interesó su mercado. Por años su juego fue aburrido (de 1999 al 2004, al menos) y los ratings le dieron la espalda. Su jugador franquicia, Tim Duncan, nunca transmitió nada, salvo un juego tan fundamentado como efectivo. Y encima, cuando llegaron dos nuevas estrellas, se trató de dos chicos extranjeros (Parker y Ginóbili). Un combo poco atractivo. Encima, a David Stern, nunca le cayó bien Gregg Popovich ni su filosofía. Ni esa idea de que "el equipo está primero que la individualidad".
Por décadas, Stern exportó la NBA por el mundo a partir de un marketing distinto: lo que importa es la superestrella, más que el equipo. Por eso el duelo de los 80 era Magic contra Bird, no tanto los Lakers contra los Celtics. Por eso siempre escuchaste Michael Jordan, y no los Bulls. O se discutió si los Lakers eran el equipo de Shaq o Kobe. O por eso hoy se habla de LeBron o de Big 3. Pop odió siempre esa idea y construyó un equipo por sobre todo. Que primero se apoyó en Duncan, luego en Manu y ahora en Parker, pero siempre privilegiando la estructura. El nos sobre el yo.
Con los años, gracias a las mentes brillantes de RC Buford y Popovich, esta filosofía evolucionó hasta el punto de formar ganadores y equipo que, más que aburrir, hacía un arte de su juego. Sí, porque el estilo de los Spurs es un arte. Porque arte no es sólo una volcada. El año pasado, los texanos apenas completaron un alley oop, la jugada de moda, e igual estuvieron a segundos de ser campeones. Para los Spurs la belleza pasa por otro lado, no por la espectacularidad, la exuberancia física sino por hacer la acción correcta, la simpleza, el pasarle la pelota al compañero mejor ubicado. Una máxima de otra época porque desde los 80 para acá la NBA nos transmitió que lo que valía era el 1 vs 1, el salto, la volcada, el pase sin mirar... Eso arruinó a generaciones. O las confundió. Incluso complicó la hegemonía mundial de Estados Unidos, que a caballo de su soberbia chocó y chocó. Recién empezó a despertar cuando se pegó flor de porrazo en el 2002 y le costó seis años volver a las fuentes.
Los Spurs son una forma de vida. O, como dice Pop, en la intimidad, una cultura. No es casualidad que esté el bahiense, un formador de ganadores. MG es el líder de dos de los equipos más grandes que haya dado el deporte mundial en los últimos 15 años: los Spurs y la Selección argentina. Manu es, con Duncan obviamente, el que mejor entiende a Pop. Es quien hace, con hechos, lo que pregona el DT. Por eso aceptó ser suplente cuando era superestrella, algo que recién ahora algunos estadounidense pueden entender. En su momento no pudieron. ¿Por qué tengo que ser suplente si soy uno de los mejores de la competencia?
"Porque el equipo lo necesita", dijo Manu y así renunció a más prestigio y dinero. Pero, claro, ganó en logros. Y dejó un legado, el mismo que estos Spurs, la mejor organización deportiva del mundo en los últimos 15 años. Los Lakers ganaron más títulos (6), pero los Spurs sumaron más triunfos. Incluso superaron a quienes dominaron las ligas de béisbol, fútbol americano y hóckey sobre hielo. New England Patriots (NFL), New York Yankees (MLB) y Detroit Red Wings (NHL) quedaron detrás de los Spurs.
En estas dos décadas han existido pocas organizaciones deportivas tan prestigiosas, quizás el Barcelona. Porque al éxito hay que sumarle el legado, el mensaje que se transmite. Los Spurs, además de una máquina de ganar, son una familia. De diversos orígenes. Hay diez extranjeros, todos con su idioma, cultura y hábitos, pero todos saben qué rol deben ocupar y que el equipo está siempre por delante. Buford y Pop se lo hicieron saber. El programa está primero. Y nadie puede salirse, ni siquiera la estrella más influyente. Por eso Duncan recibe los mismos retos que otros. Así los Spurs, con un base sólida, de buena gente, sin egos ni pretensiones desmedidas, pueden sumar fichajes quirúrgicos cada año.
Y lo hacen sabiendo qué necesita. Porque si algo tiene San Antonio es una identidad de juego. El juego de los fundamentos. Kendrick Perkins, veterano de Oklahoma, dio en la tecla luego de quedar eliminado. "Los Spurs no fueron más atléticos ni más talentosos que nosotros. Fueron más inteligentes".
Este es el mensaje que va contra un sistema. Para ser mejor no se necesita saltar más alto ni correr más rápido. El sentido común, el programa, el equipo, la solidaridad y el profesionalismo puede triunfar en el deporte de hoy. Ni siquiera necesitan ganar ahora otro anillo para dejar una huella.
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