Jorge58 (sin comentarios)
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« Respuesta #32 : 17 de Enero 2009, 15:27:15 » |
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(del diario Olé)
No sé si quiero ser ejemplo. Me gustaría que todo fuera pasando...", dirá como único comentario. Como un tic, Andrés Aurelio Junco, sin remera, habla y se acaricia el tatuaje en el brazo derecho. "Aurelio", dice la leyenda.
-¿Quién es Aurelio?
-Es mi hijo, el único que tengo. Aurelio tiene ocho años.
-¿También le gustan las motos?
-Por ahora, no sé... Igualmente, yo no le inculco nada.
-¿Qué le vas a contar a tu hijo sobre el Raid Dakar?
-Quizá sea algo que un día le pueda servir: aprender que, si intentás algo, podés lograrlo... Cada uno tiene que encontrar su camino: yo tengo la suerte de poder vivir de lo que me gusta. Cada quien tiene que forjar su historia.
El Negro Junco construye la suya casi en silencio. Setenta días antes de que empezara este Dakar Argentina Chile 2009, le descubrieron leucemia. Nunca pensó en borrarse de la carrera y, al menos durante la competencia, quiere quitarse de la cabeza a la enfermedad. Por eso ni la menciona. El tipo de leucemia que padece este marplatense de 41 años no es de los más graves, pero sí debe ser tratado. Regularmente. Antes de largar se hizo chequeos, que repite cada 96 horas en las distintas ciudades por las que pasa la travesía. El jueves se sometió a uno en La Rioja. En esos análisis controlan los glóbulos rojos y otros parámetros de la sangre. Si todo está en orden, sigue corriendo. "No me fijo en la posición, yo quiero terminar, llegar a Buenos Aires", afirma quien figura como el mejor argentino en la clasificación de motos.
-¿Cómo es el Dakar?
-El Dakar no se parece a nada. Había corrido pruebas de cinco o seis días, pero esto es distinto. Es la carrera más dura del mundo.
-¿Qué significa para vos?
-Es el desafío más grande que se puede enfrentar sobre una moto. Es algo deportivo, pero también personal. Tiene otra dimensión. Es único.
-¿Durante cuánto tiempo te preparaste?
-Durante un año. Me perfeccioné en navegación, puesta a punto de la moto, mecánica, entrenamiento físico... Estoy corriendo sin asistencia y eso lo hace más duro porque uno mismo tiene que ocuparse de reparar la moto al final de cada etapa.
-¿Cuántas horas diarias descansás?
-Ni sé. A veces cuatro o cinco, quizá seis... No tenés tiempo para nada. Arrancás a las 6 de la mañana, estás ocho horas sobre la moto, llegás a la tarde al campamento, trabajás en la moto, te duchás, cenás, hacés la hoja de ruta para el día siguiente, dormís lo que podés... Y de nuevo volvés a salir al amanecer.
-Hay un grupo de amigos que te sigue en la ruta, ¿cuánto vale ese apoyo?
-Muchísimo, puedo sentirlo. Muchos me ayudaron para que corriera. Ni sé las deudas que tengo. Si hubiera sido por mí, no habría llegado ni a largar en el Obelisco. Pero me dieron una gran mano. En algunas ciudades, durante la carrera, me voy a dormir a la casa de un amigo, algún conocido...
-¿Por qué tiran juntos con Andrés Memi?
-Nos conocemos hace más de 20 años y tenemos un ritmo parecido. Entonces, por ahí va uno adelante, después el otro... Eso facilita el trabajo de navegación, estás más acompañado.
El padre y el hermano de Junco viajaron hasta La Rioja para ver el especial que comenzaba en Fiambalá y estar cerca de Andrés. Aurelio, el del tatuaje, se quedó en Mar del Plata. Heredó el nombre del abuelo del piloto (y el segundo suyo, claro). Aquel Aurelio tenía sólo 12 años y era inmigrante cuando llegó a la Argentina y recorrió los caminos del sur trabajando como vendedor. Otra aventura. En ésta, el Negro sigue adelante, con 25 años en el motociclismo. Siempre buscando su camino. Y, aunque no se lo proponga, dejando huella.
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