Dr Roberts
PeterPaulistic@
   
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La gente suele curarse, a pesar de mí
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« Respuesta #26 : 12 de Mayo 2006, 10:05:19 » |
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En cierto modo, España es un estado federal desde 1978. Yo, francamente, no creo que en esencia el debate trate de un marco competencial mayor que el existente, porque la verdad es que no hay ya tanto camino por recorrer.
Yo pienso que el debate de fondo es más profundo y más difícil. Es la cuestión identitaria. Más aún, el reconocimiento de las identidades nacionales por parte del resto del Estado.
El problema, en mi opinión, es que dicho reconocimiento se entiende desde algunos ( muchos ? ) sectores como una especie de pasaporte hacia la autodeterminación, con todo lo que ello conlleva.
Si, como se ha dicho, existiesen políticos verdaderamente comprometidos con algo más que la autoperpetuación, quizá ya se habrían puesto manos a la obra, para tratar de alcanzar el punto de equilibrio entre los sentimientos y la práctica. Uno debe sentirse cómodo en su situación, pero sin que ello le arrastre a perder status económico y político.
Pero mis esperanzas son débiles. Porque los políticos íntegros y responsables ( que los hay ), se desdibujan en la marejada del confrontamiento diario, azuzados por unos medios de comunicación serviles y parciales, arrastrándonos a todos a pugnas estériles mientras el fondo cada vez se encuentra más agitado. Y en medio de esa ceremonia confusa, gropúsculos políticos de muy escasa representatividad hacen su ganancia de pescadores revolviendo aún más el río.
La perspectiva, por tanto, es desalentadora. Y lo es, porque el pueblo soberano, adormecido en la cuna de la sociedad del bienestar, ha entregado su soberanía a unos representantes que no dan la talla. Pero no nos equivoquemos, nuestros políticos son fruto de nuestra sociedad, y un reflejo exacto de la misma. No hay manzanos que den peras.
Por tanto, y a mi modo de ver, nos encontramos inmersos en lo que la Historia ha dado en llamar "un periodo de decadencia", que se ancla en el egoismo colectivo, y se hace fuerte en unas clases políticas a menudo vacías de contenido.
En otras épocas, las guerras servían para unir a los pueblos, o para acabar con ellos. Hoy, afortunadamente, eso es impensable.
Pensar que nuestros políticos van a ser capaces de renunciar a sus rangos y privilegios en aras de un futuro mejor para todos entra de lleno en el campo de la utopía. Me temo que iremos languidenciendo lenta, pero inexorablemente hasta que otras concepciones sociales de base popular mucho más firme ( Islam ? ) acabe por asumir la posición dominante.
Nuestra comodidad es la base de nuestra debilidad.
O así, al menos, es como yo lo veo.
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