Dr Roberts
PeterPaulistic@
   
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La gente suele curarse, a pesar de mí
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« Respuesta #18 : 8 de Noviembre 2005, 12:06:57 » |
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Esto me va a costar un "puñao" de karmas, porque voy a ser políticamente incorrecto en grado sumo.
Desde numerosos medios de información y sectores de opinión diversos, se está manejando con extraordinaria vehemencia la tesis de que, lo que está ocurriendo en Francia, como lo ocurrido en New Orleans, es culpa, precisamente, de los que no participan en los hechos.
El desarraigo cultural, el aislamiento social, el fracaso escolar, el paro, etc., son, según dichas teorías, el abono que ha hecho crecer la semilla de la violencia indiscriminada contra todo y contra todos. Así, igual se apalea hasta la muerte a un mendigo, que se incendia una guardería, que se destruyen miles de coches de otros tantos ciudadanos anónimos, en nombre de la injusticia social.
Bueno, pues no.
Hace unos años, quizá hubiésemos observado los incidentes en Francia con los ojos del desconocimiento, de la inexperiencia del que no se ha visto en las mismas. Pero hoy, en cualquier rincón de España, contamos con experiencia suficiente en lo relativo a la llegada, acomodo e integración de grandes bolsas de inmigrantes de diferentes procedencias.
Y cualquiera habrá sacado ya sus conclusiones. En lo que a la mís respecta, los chicos magrebíes, subsaharianos, sudamericanos, o del Este de Europa, gozan absolutamente de las mismas oportunidades que los chicos españoles, dotándoseles, además, de clases especiales y curriculums adaptados, para mejor conocimiento del idioma y una más rápida adaptación. Pero se produce un hecho curioso. Los chicos con más dificultades de adaptación son los musulmanes. ¿ Por qué ? Por que sus familias huyen de la adaptación. ( Hay excepciones, claro ). La ortodoxia islamista es una doctrina fundamentalista en sí misma, que rechaza la posibilidad de no estar en la entera posesión de la verdad, y que, además, plantea como objetivo primordial, la islamización del mundo entero. Por ello, no pueden adaptarse a una sociedad a la que consideran impía, sacrílega e infiel, por principio.
Ese autoaislamiento educacional crea "tarados intelectuales" irrecuperables, capaces de dar, cual mártires, su vida, por matar a unos cuantos judíos, o policías irakíes, o trabajadores madrileños, o lo que sea.
La gran falacia es echarnos la culpa a nosotros mismos. Nuestra endeblez moral ha llegado tan lejos, que justificamos las más abyectas acciones y criminalizamos nuestros propios modelos de convivencia y desarrollo, teniendo en cuenta que, en toda la historia de la humanidad, nunca han existido sociedades más justas, tolerantes, integradoras y solidarias que las que representan lo que hoy llamamos " Occidente ".
La culpa de los de las torres gemelas fue de EE.UU., la culpa de lo de Madrid fue de Aznar, la culpa de lo de Bali, del Gobierno Australiano, la culpa de lo de Francia, naturalmente es de los franceses.
No hay regímenes más totalitarios, despiadados, injustos, e incluso, a veces, criminales, que los que, amparados en la defensa del Islam, inundan el mundo de criminales asesinos. Pero ellos no son responsables, claro. La culpa es de las multinacionales. Las mismas multinacionales que hacen obscenamente ricos a los mandatarios de dichas repúblicas islámicas.
Lo que mueve a los salvajes en Francia no es el paro, ni las difíciles condiciones socioeconómicas. Lo que les mueve es el odio.
" Yo he llegado en patera, pero tú te vas a ir nadando." Esa frase fue la despedida que le dio una megrebí a mi mujer, como despedida tras atender a su hija de corta edad con una crisis respiratoria. El odio.
Y así, estamos en el punto en el que estamos. Mientras somos agredidos multilateralmente por una cultura que tiene como fin primordial el aniquilamiento de la nuestra, nosotros miramos hacia otro lado y nos culpamos a nosotros mismos.
No es un problema económico, ni social, ni de desarrollo en los paises de origen. Es un problema de odio fundamentalista irracional en el que el fín justifica cualquier medio.
Y lo peor es que vamos a ser derrotados por nuestra propia indolencia, porque mientras ellos creen fanáticamente en lo que hacen, nosotros, en un ejercicio suicida, atacamos, sin el menor miramiento, y a la menor oportunidad, los propios fundamentos de nuestra cultura y nuestra civilización.
Así nos va.
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