Canela
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« : 1 de Noviembre 2005, 17:05:42 » |
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Cuentos que cuentan con todos
La narración oral y escrita ha transmitido valores de una generación a otra a través de la historia. Ahora, los cuentacuentos los utilizan para fomentar la construcción de una sociedad más integradora.
Olga Berrios / Redacción (30/10/2005)
La consonante “c” se suma a las vocales “u” y “e” y éstas a las letras “n”, “t” y “o”. Y, ¡zas!, se forma un cuento. En él -además de letras- se suman madres angoleñas, chinas soñadoras y turcos amigos. En definitiva, los cuentos cuentan con personajes y paisajes que nos hacen abrir los ojos a los otros y tejer una imagen más diversa del mundo.
Muchos de estos relatos no acaban en el punto y final, sino que sus mensajes permanecen en la conciencia, rompen barreras que existen entre sus lectores y alimentan con los colores de otras culturas.
“De los países del tercer mundo se oyen sólo las cosas malas –protesta la bruja Finita–. La gente no conoce las culturas de estos países, pero los cuentos sí nos pueden ayudar a entenderlas”.
Relatos viajeros
Finita ha cambiado su escoba por el metro y la tropical Lima por la diversidad de Madrid. Su nombre real es Mercedes Carrión y se dedica a contar cuentos. Presume de tener más de 300, en los que además combina magia y canciones.
Según ella, el cuento nos acerca las culturas y las presenta como algo interesante y positivo: “conociendo se pierde el miedo a lo desconocido, que es lo primero que se da en las grandes migraciones y lo que provoca los conflictos”.
La forma que tiene Finita de contar con todos en sus relatos es repartir entre su público –tanto chicos como adultos– palabras que hunden sus raíces en las tradiciones de países que van desde Puerto Rico a Somalia.
Palabras que hacen actuar
Otra forma para sumar a las personas a través de los cuentos es –precisamente- hacerlas partícipes de ellos. Es lo que hace el dúo Jamacuco, formado desde hace 13 años por los cuentacuentos Daniel Tornero y Félix Vicente.
“Con los cuentos todos se vuelven iguales”, señalan. Ellos imparten talleres de animación a la lectura para chicos en las bibliotecas de Madrid y utilizan cuentos que unen a los chicos porque no les dejan sentados escuchando, sino que les hacen personajes de sus historias.
Si el público de los cuentos de la bruja Finita acaba interrogándole sobre curiosidades de los países que recorre durante sus relatos; los chicos que juegan con los cuentos de Jamacuco conocen a través del miedo, la alegría, la crueldad o la ternura.
“Aprenden y trabajan con todo tipo de emociones que no se educan en el colegio”, dice Juan Luis García, uno de los padres que asiste con sus hijos a las funciones de Jamacuco.
Los cuentos no sólo pueden trabajar por la integración entre culturas ya que también pueden incluir mensajes sobre el medio ambiente o la desigualdad: hacen amigos a animales y personas, convierten a las mujeres con menos recursos en heroínas o transforman a los más pobres en protagonistas.
El poder de la palabra
Son ideas que fomentan la convivencia, pero según Finita “un cuento es como una piedra que se tira a un lago y hace ondas”; no se sabe dónde llegarán esas ondas de la misma forma que se ignora qué efecto tendrá ese cuento en la vida de las personas.
Por otro lado, “el racismo o la xenofobia no los cambiaremos de la noche a la mañana, es un proceso histórico”, afirma con rotundidad.
Los cuentos, que tradicionalmente han sido un factor de transmisión de valores de una generación a otra, se pueden convertir en instrumentos útiles para transmitir mensajes de respeto hacia la diferencia.
Javier Flor, coordinador de la revista de literatura infantil Peonza, escribe sobre la literatura infantil: “Los chicos y las niñas no eligen a sus amigos por razones de extracción étnica y cultural; no influyamos para que lo hagan. Démosles libros diversos, libros libres, libros desde la convivencia y para la convivencia”.
Más información:
Algunos libros para la convivencia:
- “Jim Botón y Lucas el maquinista”, Michael Ende - “Gente”, Peter Spier - “El rey Gaspar”, Gabriel Janer Manila - “La isla de las montañas azules”, Manuel L. Alonso - “Noche de viernes”, de Jordi Sierra i Fabra - “Cuando Hitler robó el conejo rosa”, Judith Kerr - “Diario de Zlata”, Zlata Filipovic - “Cuentos negros para chicos blancos”, Blaise Cendrars - “De Victoria para Alejandro”, de María Isabel Molina
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