Tiemblas...como una hoja pendiente del gélido soplido del viento de otoño que te haga caer te aferras a la frágil rama que te sujeta, no puedes evitarlo, sabes que caerás en blando, que te deslizarás al mullido suelo de fresca hierba que he recogido para ti, pero aun así te agarras con fuerzas, es el instinto de supervivencia, es el miedo a caer.
Sueñas...y cada vez que cierras los ojos mueres al día, y los sueños te hacen libre, te transportan a un mundo en el que los renglones solo pueden ser derechos y los borrones decoran con dibujos las hojas en las que escribimos con mano firme nuestras historias, pero siempre despiertas.
Amas...sin descanso amas, pero el amor desmedido de los demás te corta de una forma cruel, porque te han enseñado a que siempre que se ama se sufre....y eso no es cierto.
Duele no saber hacerte feliz, duele perderte.
Y duele, también duele, no estar junto a los amigos en el instante preciso; no tener las palabras perfectas que puedan ofrecer consuelo, ternura y cariño. El cariño que el lazo de la amistad reclama a gritos desgarrados. Y duele aun mucho más no poder estar a tu lado y saber decirte, con toda la lealtad que para ti merezco: “Carlos, aquí estoy para lo que precises. Soy tu amigo”.
Un abrazo, amigo mio.
