Para mí prepararía algo con mucho erotismo.
El humo de sándalo elevándose lentamente buscando el techo de la sala e impregnando de dulce aroma cada rincón del recinto, la mortecina luz de las velas, colocadas caprichosamente al centro y las esquinas del salón, llenando con insinuantes sombras las paredes, la chimenea encendida salpicando de chispas de leña, que lentamente arderá, y su calor irradiará nuestros desnudos cuerpos, que tendidos sobre la alfombra delante de ella, se moverán rítmicamente al son de la melodía de amor que amos compongamos.
Tus labios unidos a los míos permitiran que nuestras lenguas jueguen traviesamente a envolverse mutuamente, nuestras salivas aderezadas con el vino que descansará sobre la mesa, intercambiando secretos, manos y piernas se enlazaran en un nudo de amor difícil de descifrar, nuestros pechos jadeantes dejarán escapar murmullos que llenarán la sala y nuestros sexos hechos uno, tratarán acompasados de llevarnos al clímax.
Besos y caricias adornarán el cálido ambiente, nuestra piel arderá de deseo y ambos sudorosos, no veremos nada, no escucharemos nada, solo sentiremos a nuestros cuerpos temblar de desbordante pasión que embriagará los sentidos, gemidos de placer que saldrán sin ser escuchados aumentaran incesantes el ritmo de nuestra danza y por fin, cuando todo se conjugue en plácida comunión, el placer escapará iracundo lleno de dulce y violento frenesí arrebatando nuestras almas y llevándolas lejos a lo mas alto de los cielos, en donde zafándose, nos dejará caer y libres al fin, nos sentiremos jugar con las nubes, cayendo lentamente, rodeados de brisa, de plena satisfacción uno al lado del otro hasta tendernos agotados, satisfechos y jadeantes sobre la alfombra, trampolín de nuestro vuelo.
Las velas se habran agotado, el sándalo ya no tendrá humo, la chimenea no dará chispas y el vino seguirá ahí esperando por nuestros anhelos.
