Supongo que los que estais interesados en la economía habeis leido últimamente que "esto no ha hecho más que empezar" o "la cosa se va a poner peor". Creo que esto es así, y he encontrado un artículo que sin ser técnico explica por qué:
El optimismo ha muerto
@S. McCoy - 07/10/2008
Hace poco más de una semana publiqué uno de los artículos que más me han costado escribir desde que me incorporé al grupo de comentaristas de El Confidencial. Bajo el título, La Crisis no tiene Freno, comenzaba de la siguiente manera: “Cuidadín, cuidadín porque la cosa pinta, no fea, sino muy fea. Horripilante, diría yo. Se está produciendo un salto cualitativo de enorme trascendencia para la resolución de la crisis: la desconfianza de unos bancos con los otros se está trasladando peligrosamente a la ciudadanía. Y ésta sí que tiene capacidad de dar la puntilla al sistema financiero en su conjunto. El despotismo ilustrado (todo para el pueblo pero sin el pueblo) que había presidido la actividad bancaria hasta hace bien poco (con una pléyade de clientes sosteniendo, ante la mirada complaciente del monarca regulatorio, los sustanciosos privilegios salariales de unos pocos) puede quebrarse, si no está roto ya, fruto de una silenciosa rebelión”. Advertía entonces que el nivel de frustración de los agentes económicos era tal que la experiencia comenzaba a imponerse sobre la esperanza, toda vez que “la certeza última comienza a ser que cualquier intervención es una gota en el océano de las disfunciones que la crisis actual está provocando en el sistema”. Concluía, por último, alertando de que “estamos, por tanto, en un momento crítico de la coyuntura actual en el que puede quedar tocado el mecanismo de transferencia de fondos desde el ahorro a la inversión, ahondando en el colapso del sistema”.
En ese momento era plenamente consciente de la importancia que podía tener que, un escenario como el que mi pieza intuía, finalmente se materializara. De ahí que, haciendo el símil, la redactara con pluma de plomo y la acompañara de un mensaje de transparencia, realismo y responsabilidad que hoy creo más imprescindible que nunca. No busquen en estas líneas iniciales ningún tipo de espíritu reivindicativo del tipo “ya lo dijo McCoy”. Ni siquiera un yo-me-mi-conmigo al más puro estilo Ansón. Todo lo contrario. Comparto simplemente con ustedes el resultado de una terrible frustración personal que se deriva, precisamente, de haber pertenecido al campo de los que, de forma agorera, hemos predicho, con mayor o menor fortuna a lo largo de los dos últimos años, que una situación como la actual no sólo podía suceder sino que casi parecía inevitable que acaeciera, antes o después. Cuando se construyen burbujas del tamaño de las que ahora estallan y las autoridades no quieren dejar actuar a unas fuerzas del mercado que no han dudado en encontrar acomodo a los activos buenos de las entidades malas (Lehman-Barclays, BNP-Fortis, Wells Fargo o Citi-Wachovia, JP Morgan-WaMu con 10.000 millones de ampliación de capital sobresuscrita), lo menos que se puede esperar es que aprendan de los errores del pasado, no se precipiten en su actuación presente y traten de evitar que todos nos veamos abocados a un futuro peor.
No ha sido el caso. Más bien al contrario. Las distintas medidas adoptadas hasta ahora, aparte de haberse demostrado equivocadas a lo largo de la Historia, al menos para tratar una crisis de crédito como la actual, han traído consigo dos consecuencias, en mi modesta opinión, terribles. Por una parte ha provocado una traslación de los mecanismos de confianza de la parte privada del sistema a la pública. Probablemente, dirán algunos, algo inevitable hoy en día. No estoy de acuerdo. No puede producirse una exclusión total de la una por parte de la otra, tal y como ocurre en la actualidad. Porque de lo contrario nos podemos encontrar, y de hecho nos encaminamos a pasos agigantados, con una situación similar a la del 29 en la que cualquier mecanismo de incentivo de liquidez era completamente inútil. La banca, tratando con la ayuda estatal de resolver sus problemas, no financiaba y, al no financiar, se estrangulaba la economía real que, precisamente, para evitar su asfixia, retiraba sus fondos de las instituciones con objeto de poder mantener su actividad y gastos corrientes, lo que, a su vez, conducía a que las entidades necesitaran más dinero público para restablecer sus balances pero no para prestar y así sucesivamente. Un círculo vicioso que sólo se puede romper saltando el escalón intermedio que es, precisamente, la banca comercial. No es de extrañar que comiencen a oírse voces que reclaman un auxilio directo a las empresas y no a los bancos, ante una situación como la descrita.
Pero más relevante que todo eso, y ya es decir, es la adopción del papel de exclusivo salvador del sistema financiero que las autoridades se han arrogado, a uno y otro lado del Atlántico. Comentábamos en el mismo artículo al que hacíamos referencia al inicio del Valor Añadido de hoy, que quizá uno de los mayores errores políticos que se han producido en estos últimos casi ya catorce meses es el discurso de Bush ante la nación presentando el plan de Bernanke y Paulson como la única alternativa posible. ¿Susto o muerte?, como en el chiste. Una majadería cuyas consecuencias inmediatas la han vivido en sus propias carnes los norteamericanos ayer. Bueno, ellos y todos los demás. Una sobre estimación, sin duda, de su poder sólo equivalente a su capacidad de infra estimación, no desde su inicio sino en su gestación, que ha durado casi una década, de la verdadera dimensión de la crisis actual. Colocándose como LA solución, en una absurda e innecesaria apuesta a rojo o negro llena de tintes catastrofistas, ha conseguido que, llegado el día después sin una mejora sustancial de la situación, el recorrido sólo pudiera ser hacia los infiernos. Como así ha ocurrido. Quien se extrañe ahora del take the money and run como si no hubiera un mañana del americano medio es que vive en una candidez alarmante. Resulta curioso contemplar como gente de mercado tan experimentada ha visto que se trataba de un clavo ardiendo y no han dudado en abrazarlo con frenesí, les iba el empleo en ello, como la verdadera panacea para los males financieros actuales. Las marcas en la piel aún humean.
¿Y ahora qué? Movimientos de los activos financieros como los de los últimos días, tanto al alza como a la baja, dejan a los agentes económicos completamente exhaustos. Sin embargo, hay que esperar un deterioro adicional de la situación, siento tener que decirlo. El problema de esta crisis es que ha superado el punto de no retorno. Eso significa que ahora sí que estamos verdaderamente en riesgo de que se produzca un shock para el conjunto del sistema, si no se ha producido ya. Paradójicamente algo excepcional que, llegados a este punto, no se puede solventar por la mera actuación del mercado, cuyos principios han sido, sistemática y erróneamente violados. Requerirá la adopción de medidas excepcionales. ¿Más todavía? Más todavía. Seguro que sí. De lo contrario, la situación se retroalimentará de forma cada vez más preocupante. Es momento de una intervención global que suponga la eliminación de raíz de gran parte de las amenazas aún latentes sobre el conjunto de la economía. No queda otra. Veremos un matcheo forzado de posiciones de derivados con asunción a fondo perdido de las pérdidas por algún fondo supranacional (algo que, a mi juicio, se encuentra detrás de la recuperación bursátil de última hora de ayer en Estados Unidos), paréntesis en la aplicación de la actual normativa contable, eliminación de determinados topes regulatorios, etcétera. Problema, ¿uno más McCoy? Ausencia de liderazgo mundial para conducir a las huestes por el camino correcto. En el mundo de los ciegos, Sarkozy es el Rey. Toma ya. Arreglados vamos. ¿Y después? Una larga y dura travesía en el desierto. El optimismo, definitivamente, ha muerto. Siento, de corazón, tener que decirlo.
http://www.cotizalia.com/cache/2008/10/07/opinion_72_optimismo_muerto.htmlEn lo que se refiere a España, el estado va a aumentar las garantías de los depósitos (no nos quedaba otra al haberlo hecho varios paises de la eurozona) y contamos con una buena posibilidad: amnistía fiscal de todo el dinero negro para traerlo al circuito e inyectar financiación donde hace falta. No sé por qué no se ha hecho ya. Al ser un gobierno "progresista", nadie se va a echar a la calle gritando que favorece a los "ricos" y demás, ya se sabe que si eres de izquierdas, la vara de medir es distinta.
En fin, como decía el presidente, mucha suerte a todos.