• El 'Bild Zeitung' inicia una cruzada para erradicar de la educación la tolerancia propia de la generación del 68
• Un famoso pedagogo aboga por volver a castigar a los chicos
GONZALO CÁCERES
BERLÍN
Para el diario sensacionalista alemán Bild Zeitung, la sociedad alemana está marcada por la delicuencia juvenil, el consumo de drogas y el fracaso escolar y, según uno de los más famosos pedagogos del país, Bernhard Bueb,
"la culpa la tienen los padres".Bueb hace notar en sus análisis que los alemanes, "al despreciar la aplicación, el decoro y la obediencia, han perdido la capacidad de enseñar". Su libro Alabanza de la disciplina se ha convertido en la Biblia para el Bild Zeitung. En este inicio de curso escolar, el diario más vendido de Alemania ha lanzado una cruzada para que se empiece a aplicar mano dura en las casas y en las escuelas alemanas.
Fin de la tolerancia
De esta manera, el diario ha buscado terminar definitivamente en Alemania con la enseñanza antiautoritaria ejercida por la generación de los 60. Y Bueb es su perfecto gurú, en su condición de exdirector del internado alemán de élite Castillo de Salem, una de las escuelas de mayor renombre en el país. Bueb no esconde que es partidario de "volver a la vieja verdad que nos enseña que el camino de la libertad lo encuentra aquel que se busca a sí mismo en el sometimiento, la renuncia y el ejercicio de la autodisciplina". De esa manera, dice, "alcanza las bases de la felicidad".
El pedagogo destaca que, para ello, hay que mostrar a los chicos, desde muy pequeños, los límites, la severidad y el castigo. Solo así el mundo volverá a ser como antes y Alemania, que ha iniciado el camino de la recuperación económica, podrá volver a ser grande y fuerte.
La contrarrevolución educativa lanzada por el Bild Zeitung apunta, sobre todo, a superar un sistema educacional basado en la libertad e impulsado por la revolución de los jóvenes del 68, que con el tiempo llegaron al Gobierno. Muchos miembros de la coalición rojiverde encabezada por el excanciller Gerhard Schröder pertenecían a esa generación.
Ese sistema liberal, que durante más de 40 años presidió la educación en los hogares alemanes, parece ahora amenazado. La tolerancia, unió a padres e hijos como amigos, hizo que disminuyeran los conflictos generacionales y fomentó la independencia de los hijos.
A diferencia de lo que sucedía en los años 60 y 70, cuando era normal abandonar la casa materna lo más pronto posible, para vivir solo o en viviendas compartidas o comunitarias, en la actualidad aumenta cada vez más el número de jóvenes adultos que siguen con sus padres.
En concreto, dos tercios de los jóvenes alemanes, de 21 a 27 años, viven hoy todavía con sus padres y la media de edad de los varones supera los 26 años. Los sociólogos los denominan nidícolas, ya que les cuesta independizarse. A los jóvenes no les resulta fácil abandonar la comodidad de vivir con sus progenitores, donde no tienen que hacer frente a las exigencias de la vida real: ganar dinero para mantener una casa, alimentar a la propia familia y presidir un hogar.
Estrato social alto
Los nidícolas son más frecuentes entre las familias de estratos sociales altos. Los padres adinerados disponen de casa grandes y pueden alojar a sus hijos en apartamentos separados o en buhardillas habilitadas, en muchos casos con el argumento de que la formación profesional y las carreras académicas toman hoy más tiempo que antes.
Pero no se crea que los nidícolas que viven de los padres son personas poco exigentes, ya que es de buen tono que tengan un automóvil y un teléfono móvil, que puedan viajar al extranjero y, desde luego, llevar ropa de marca.
En los sectores de bajos ingresos se presenta la misma situación, solo que los padres no pueden brindar las comodidades ni responder a las exigencias de sus hijos nidícolas, lo que se transforma en una fuente inagotable de conflictos, desencuentros y violencia. En situaciones extremas, jóvenes --pertenecientes a cualquier clase social-- acaban cayendo en la delincuencia. La búsqueda de dinero fácil para acceder a un nivel de vida más alto suele ser el móvil principal de los jóvenes delincuentes.
Para el pedagogo Bueb, esta desastrosa situación se debe, precisamente, a la falta de disciplina durante la niñez y la adolescencia, y los castigos pueden, en su opinión, ayudar a corregirla.
Uno que piensa diferente. . ¿o no tanto? 