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Autor Tema: EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO. CAPITULO III  (Leído 1276 veces)
Dr Roberts
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La gente suele curarse, a pesar de mí


« : 30 de Diciembre 2005, 12:59:47 »

EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO

CAPÍTULO III

DOS  MENSAJES


El aeropuerto internacional de Madrid - Barajas es como cualquier otro gran aeropuerto del mundo. Caóticamente ordenado. Las miríadas de viajeros de vidas anónimas pueden dividirse "a grosso modo" en dos grandes categorías. Los que miran hacia el suelo esperando que su vuelo no se retrase más, o los que miran hacia lo alto en busca de cualquier información que les garantice que no están equivocados.

Pero Helena Torres pertenecía al minoritario grupo que, por gajes de la experiencia, había aprendido a ejecutar correctamente los tiempos en esas pequeñas tiranías que son los aeropuertos. Mientras paladeaba de forma casi ritual su café corto y sólo, con azúcar, desde las alturas del taburete de " Coffe & Co. ", y mientras lamentaba que los americanos se obstinaran en seguir estropeando tan magnífico brebaje con su manía de exagerar las cantidades, tanto de agua como de café, se fascinaba de la facilidad con que había resuelto, en el transcurso del viaje, el acertijo que pocas horas antes le había enviado su padre.

En dos fugaces miradas verificó que la solitaria maleta que llevaba consigo seguía reposando a su derecha, y que su padre debía estar a punto de llegar, pues ya pasaban 35 minutos de la hora prevista.

En cualquier modo, aunque satisfecha por resolver el mensaje, seguía sin entender su significado, pero sabía que la solución venía en el bolsillo de la persona que, con una enorme sonrisa en la cara ya se abalanzaba sobre ella dándole el mismo "apretón" que en aquellas lejanas mañanas de Sábado cuando el mundo aún era pequeño y sólo estaba habitado por sueños.


David Belanovsky estaba más que acostumbrado a toser, y hacía ya mucho tiempo que había dejado de incomodarle el hacerlo en público. Casi 40 años de humo proporcionan cierto cinismo acerca de las consecuencias del consumo de tabaco. Para lo que el veterano agente israelí no estaba preparado era para el color rojo que tiñó su pañuelo al empezar a toser, y menos aún para la hemorragia franca que se desencadenó a continuación y que le convenció instantáneamente de que todo lo que decían sobre el tabaco resultaba ser cierto. Pese a ello, también encontró sorprendente la facilidad con que sus piernas habían cedido y lo frío que estaba el suelo en el que ahora apoyaba la mitad izquierda de su cara, de la que a duras penas era consciente.

Oyó las voces como si una niebla espesa se interpusiera entre él y quienes hablaban, y el espía, profesional de cicatrices antiguas, supo que en breves instantes dejaría de ser consciente de lo que le rodeaba. Instantes antes de perder el conocimiento aún pudo discriminar algunas frases, y de no ser por que se estaba muriendo, habría sonreido ante la ironía.

- " Pobre hombre, por Dios "
- " ¿ Alguien ha llamado a una ambulancia ? "
- " Por favor, dejen sitio. Soy médico………"


Cuando algunos minutos después llegó la unidad móvil del SAMUR, la tensión arterial del paciente había caido a unos alarmantes 45 / 15 mmHg, con una frecuencia cardiaca de 140 latidos por minuto, en el desesperado esfuerzo del corazón por bombear la cada vez más escasa sangre disponible. El cerebro del israelí, automáticamente, había comenzado a "desconectar" las funciones menos vitales, a fín de salvaguardar lo más importante. David Belianovsky ya no fue consciente de los expansores de plasma que comenzaron a correr por sus venas en el intento de recuperar el volumen sanguíneo perdido. Tampoco notó cómo le intubaron ni la velocidad con que la ambulancia abandonó la terminal de llegadas del aeropuerto. El corrupto agente israelí tampoco pudo agradecer al Dr José Torres y a su hija Helena el haberlo mantenido con vida.

Abandonar las inmediaciones de Madrid para alcanzar la autovía A-3 era a menudo un desafío a la paciencia de los conductores, pero si a la densidad habitual de la M-40 se añadía un accidente, el resultado solía ser desastroso para los nervios de los automovilistas. Pero el Dr Torres y su hija no tenían prisa alguna, y soportaron con comedido estoicismo los parones prolongados, observando con pesar el coche negro volcado y los dos cuerpos que yacían junto al mismo, decorosamente tapados con las mantas térmicas que daban un aspecto fúnebre futurista al cuadro. Una vez sobrepasado el punto del accidente, el tráfico recuperó su densidad habitual, y apenas una hora después estaban sentados en el comedor de la Venta San José, junto a una ventana del rincón.

- Nunca me hubiera acostumbrado a la medicina clínica, dijo Helena mientras aliñaba la  ensalada de trigueros.
- Bueno, contestó su padre, tampoco lo has hecho tan mal. Como enfermera podrías ganarte la vida.

La ironía del padre no acertó en el blanco de su hija, más que acostumbrada al humor negro del Dr Torres. Como si no lo hubiera escuchado, y movida por el prurito profesional, preguntó:

- ¿ Qué piensas que ha sido ? ¿ Una hemorragia digestiva ?
- No lo creo. La sangre no estaba digerida. Era una hemorragia cercana, de sangre, digamos "fresca", por lo que debe provenir, o bien del esófago, o bien del tracto respiratorio. Probablemente de éste último, pues la disnea era evidente. En fín, de todos modos, tenía muy mal aspecto. Estaba ya entrando en shock. De todos modos, mañana llamaré a mi amigo Elías del Samur, a ver si puede enterarse de algo.

Una vez cumplido el rito profesional, Helena entró directa al asunto que le venía ocupando la mente durante las últimas horas.

- Bueno papá, con respecto a tu último mensaje, creo que he conseguido descifrarlo, aunque no entiendo qué quieres decir.

El Dr Torres levantó la mirada de su plato y miró a su hija con cara de sorpresa, lo cual produjo cierta satisfacción en Helena quien dedujo que su padre no esperaba una solución tan rápida.

- Como te decía, la primera y la última línea me resultaron instantáneamente obvias. AC x GT debía referirse a los 4 nucleótidos del ADN, y 666 era el número de la bestia que menciona el Apocalipsis. Me costó más trabajo la línea central. Hasta que me dí cuenta de que no había vocales, estaba escrito en inglés, y al revés. Busqué las vocales que encajaban, y estuvo claro: TNML  HTFF  HT, es decir THE FIFTH ELEMENT, o sea, el 5º elemento. Lo que no entiendo es la "equis" entre AC y GT, ni lo que quiere decir el mensaje en su conjunto…

El Dr Torres había escuchado muy atentamente la explicación de su hija, y tras unos segundos de silencio, dejó los cubiertos en la mesa y, mirando a los ojos de Helena, le contestó:

- Supongo que debería felicitarte por la brillante deducción, pero no lo haré, porque no tengo ni la más remota idea de lo que significa. Porque hija mía, yo no te he mandado ese mensaje ni ningún otro desde el Martes de la semana pasada.

Helena estaba preparada para cualquier tipo de explicación por parte de su padre. Desde algún tipo de acertijo a los que eran tan aficionados para ponerse a prueba, hasta algo relativo a las "actividades" a las que su padre dedicaba su tiempo libre. Pero lo que no se esperaba, era que alguien distinto a su padre, le hubiese mandado un mensaje en clave. No tanto por el mensaje en sí, sino por el conocimiento que ello suponía de sus cuentas de correo, y sobre todo, de la contraseña " cosas de tu madre" que su padre utilizaba cuando quería que accediese a su cuenta "privada".

Superada la confusión inicial, relató a su padre todo lo relativo al mensaje. Desde el momento en que abrió el primero en su despacho hasta la apertura del segundo en el ciber-café.

- Probablemente se trate de una broma de tu amigo el informático yankie. El tiene los conocimientos y los medios para algo así. No creo que sea nada importante. Olvídalo, y cuando hables con él, dile que te explique cómo lo ha hecho.
No obstante, ayer por la noche yo recibí también un correo sin remitente, que en principio atribuí a una campaña publicitaria. Sí, ya sabes, esa moda de ahora en que dan un mensaje nada claro pero que pretende llamar tu atención para que estés atento al siguiente anuncio. Pero ahora pienso que quizá tenga alguna relación con el tuyo,..no sé. El mensaje era…, ¡ Espera !, lo podemos ver desde el portátil.

El Dr Torres se levantó y recogió su ordenador portátil del maletero del coche y en poco más de dos minutos estaba de nuevo sentado a la mesa, donde hizo un hueco para depositar el pequeño aparato. Tras otro par de minutos tecleando, giró el ordenador, y el mensaje quedó expuesto a la vista de Helena.
                                        999
                               alfa - cos - omega
                                     AE x HP
                               TH FFTH LMNT




En el quirófano nº4 se trabajaba a gran velocidad para detener la hemorragia. La
UVI móvil había suministrado 4 unidades de plasma al paciente, que las había perdido con la misma rapidez. Las hábiles manos del cirujano habían dejado expuesta la vena sangrante de la pared esofágica y habían conseguido contener la hemorragia causada por el tumor bronquial que ya infiltraba el 1/3 inferior del esófago.

   La masa tumoral hizo fruncir el ceño del médico que comentó al residente que le ayudaba, con la frialdad que forja la experiencia.

- No sé si habremos ganado la batalla, pero esta guerra está perdida. Tomaremos una muestra para patología, pero tiene toda la pinta de ser un "grano de avena". A este hombre, si sobrevive a ésto, no le quedan más de 6 meses, en el mejor de los casos.

El residente asintió en silencio y reflexionó unos instantes sobre la vida que aquel paciente anónimo iba a dejar detrás. Diez minutos después, el médico residente se dirigía al quirófano nº1 para ayudar en una extirpación de tiroides. Y nunca más pensó en David Belianovsky, veterano y moribundo agente de El Mossad.
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¿ Puedes devolver la vida ? Entonces no te apresures a dispensar la muerte - Gandalf
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