no los olvidaré nunca...
nunca disteis un beso salado... muy salado
Besos salados
Después de muchos años
me regaló el destino una sorpresa,
esa carta llegó un viernes,
pero quiso la suerte
que no la abriera hasta
el sábado en la mañana
que tropezó mi mano con ella
en mi chaqueta olvidada
La abrí y leí aquella carta
tan extraña como cercana a la vez
era de una persona a la que
con los años había olvidado
pero que tuvo un día en mi vida
un día y una noche para no olvidar
me escribía desde muy lejos
se había marchado al poco de conocernos
y no había vuelto a saber de ella.
Dana, así se llamaba, era noruega
rubia y esbelta, de formas increíbles
estaba de vacaciones en la costa
y coincidimos en la playa
jugamos un poco y después nos bañamos
riendo y chapoteando después de un rato
caímos exhaustos en nuestras toallas
extendidas en la arena
como era tan hermosa
dejé mis ojos cerrados al tiempo
que acercaba mi boca a la suya
la besé y se rió de mi ocurrencia
los dos tendidos sobre las toallas
boca abajo y mirándonos
sus ojos eran del color de la miel
su boca exquisita y salada
las gotas de agua colgaban de su cara
la sal del mar daba sabor a sus labios
y a los míos… sabor de mar
inolvidable en el tiempo y
por lo visto para ella también
me recordaba esos besos salados
y nuestros veinte años, enamorados
del amor y del juego del amor
que no era otra cosa lo que tuvimos ella y yo.
Después nos reunimos en una cabaña
de pescadores medio abandonada
de paja el techo, casi abierto al cielo
pero nos dio el refugio que buscábamos
allí tuvimos nuestro amor secreto
y apasionado, esa tarde y después
a la mañana siguiente, repetimos
para no dejar nada sin recorrer
de nuestros jóvenes cuerpos y
de nuestro incipiente amor
después de amarnos de nuevo
me dijiste aquello... me voy mañana
te besé y te amé para siempre
quería tener tu recuerdo en mi cuerpo
tus besos salados en mi memoria.
Y ahora tu carta en mi mano
me decía que estarías
esa mañana en mi ciudad,
pues estabas de crucero
y solo hacía escala ese sábado
rápido, tomé un taxi y al puerto fui,
corrí inútilmente por el muelle,
sin saber que tu me estabas mirando
pero ya era tarde, desde el puente
Dana me decía adiós con la mano
mientras el barco se iba alejando
y tu pañuelo en la mano recogido
ya estaba empapado por tus lágrimas
de sabor salado
como aquellos besos que nos dimos en verano
como nuestro amor fundido en sexo
tan dulce y tierno y
tan salado
DirtyFace
