A veces los recuerdos más insospechados resurgen por un detalle sin importancia, mi juventud casi de ayer, recuerdo en este escrito surgido en la memoria de otros tiempos
Callejón de los gigantes
Luces quedas en el callejón de los gigantes
acres olores a basura en los laterales
bares de sombras y rincones
con mesas a veces ocupadas
por hombretones de brazos tatuados.
Al fondo nuestra mesa, casi a oscuras
unos vinos, no hay para más, la llenan
ni volverá el camarero, ya sabe que no hay más
pero no vamos a beber, no, nuestro refugio es
nuestras manos se pierden entre las telas
nuestra bocas se besan hasta las entretelas
al fondo una guitarra rasgada por un viejo ciego
con la piel del color de la viuda
que como a nosotros, ese vino lo alimenta
repiqueteos de puño cerrado y quedo, casi sordo
en la mesa, acompasando los compases
de la vieja guitarra y una más vieja garganta
cuentan historias que parecen vivas
acordes del recuerdo en mi memoria
olores que despiertan mi espíritu
sabores que se mezclan con las lágrimas
de los sueños rotos por el tiempo.
Callejones de los gigantes
de donde antaño salieron las comparsas
gigantes y cabezudos, enanos y chirigotas
pues muy cerca quedaba la plaza.
Hoy, recovecos para darse el lote
apretando tus caderas contra las mías
empujando paredones descascarillados
llegábamos a saborear el sabor del ser amado
aun cuando no podía pagar ni un cuarto
de pensión de media hora, ni de cuarto
espaldas manchadas de cal y lluvia
pantalones marcados, siempre lo mismo
que ganas teníamos de hacernos aquello
que nos prohibían los duros y las monedas
que por desgracia no poseíamos
tu cuerpo conocí por entregas
y mi cuerpo supo del tuyo por caricias
que se perdieron ha tiempo en mi memoria.
Y hoy esa canción ya olvidada
ha vomitado de golpe y sin esperarlo
acordes perdidos en el tiempo
deudas de entonces no saldadas
placeres prohibidos o mal saboreados
que no por eso eran despreciados
escaleras ajenas asaltadas en la penumbra
achuchones torpes y exaltados
respiraciones entrecortadas por unos pasos…
estertores de amor tan expresados
que maullidos de gatos se antojaban
a quienes sus pasos nos acercaban.
nadie se perdía por esos callejones
pues eran de sobra por todos conocidos.
Cualquier noche nos daban un susto
maldecía con mal talante el sereno
nosotros corríamos a otro refugio
a terminar aquello interrumpido
y con mayor deseo, reanudado
y tus manos tan frías, hay que tiempos…
daban cuenta de mi calor contenido
mis manos recorrían de memoria
recovecos de ropas y abrigos sin abrirse
llegaban donde sabían estabas deseando
y juntos acabábamos nuestra fiesta
extenuados pero agarrados uno al otro
como si el mundo hubiese acabado
a la vez que nosotros y se hubiese parado.
Luces quedas en el callejón de los gigantes
fuertes olores a orines de borrachos en los laterales
bares de broncas y bravucones
pasos inciertos a lo lejos escuchados
carreras de pillos resonaban…
mas nuestros recuerdos se perdieron
en nuestra memoria de aquellos tiempos…
DF
