El otro día sonaron mis huesos
cuando los agitaron las manos
expertas del viejo enterrador,
secos ya en el polvoriento lecho
que ha sido mi morada estos
ultimos y tediosos años.
Cuando vivía, hace ya tiempo,
siempre huía de la muerte...
tanto de hablar, como de verla,
y de mirarla a los ojos siempre rehuí
y ahora he aquí mi suerte
que de querer hablar, he de verla
porque sin nombrarla no la miento,
El destino nos lleva a nuestro sitio,
sin prisas pero certero, en vida
primero, sin reconocerlo a veces...
después cuando ya no podemos
debemos darle la razón,
aunque sea tarde, llega el dia
en que, como cascabeles viejos
no valen más que para este osario
final de mis extravíos... las cosas del destino.
P.D.
Para que cuando llegue el dia en que esté muerto no olvide que fuí manejo del destino y a su final habré de llegar me guste o no.
Dirty Face
