Era un tiempo de duda permanente,
con tocado de angustia y de profundo,
cuando apenas tus ojos transparentes
delineaban las formas de mi mundo...
Y no echaste postigo a la ventana
ni al constante murmullo de la gente;
ni apuraste el reloj esa mañana
que a tu vida llegué por accidente.
¡Amor mío, sueño mío, canto mío,
verbo mío, llanto mío,
faro mío, surco mío, vuelo mío...
viento mío, leño mío, norte mío...
amor mío!.
Y fue tiempo de hacer el mismo techo,
de trocar cada ""yo"" por un ""nosotros"",
de ganar, pliegue a pliegue, nuestro lecho
y abarcar otro a uno y uno a otro.
¡Amor mío, sueño mío, canto mío,
verbo mío, llanto mío,
faro mío, surco mío, vuelo mío...
viento mío, leño mío, norte mío...
amor mío!.
Hoy es tiempo de amar al mismo tiempo,
con la misma ilusión, la misma estrella,
de sembrarnos de amor cada momento,
por la huella que vaga nuestra huella.
¡Amor mío, sueño mío, canto mío,
verbo mío, llanto mío,
faro mío, surco mío, vuelo mío...
viento mío, leño mío, norte mío...
amor mío!.
(Alberto Cortez)