
Llega un niño a la escuela con un ojo morado y la maestra le pregunta:
-“¿Qué te pasó?”.
-“Es que en mi casa somos muy pobres y dormimos en la misma cama mi mami, mi papi, mi hermanito y yo. Y esta noche mi papi se subió encima de mi mami y decía ‘ahhhggg, ahhhggg, aggghhhh’. Entonces me preguntó si estaba dormido y yo le contesté que no... y, ¡zas!, me arreó un porrazo”.
La maestra, al oír esto, le aconsejó que si esa noche volvía a suceder lo mismo, se quedara callado. Pero al día siguiente el niño llegó con el otro ojo morado. La maestra le preguntó:
-“¿Por qué no te quedaste callado?”
-“Es que mire, maestra, nosotros somos muy, pero muy pobres, y esta noche mi papi se le subió encima a mi mami y decía ahhhggg, ahhhggg, aggghhhha y yo callado, maestra... Y luego más rápido ‘ahhhggg ahhhggg aggghhhh’ y yo callado, y entonces mi papi le dijo a mi mami: "vieja me voy, me voy"; y yo le dije: "papi llévame"... Y, ¡zas!, me arreó otro sopapo”.
-“Bueno, cuando tu papi le diga eso a tu mami, quédate callado”.
Pero, al día siguiente, el niño llegó con la mano rota y enyesada y, de nuevo, le contó a la maestra:
-“Es que somos muy, muy pobres, y mi papi otra vez se puso encima de mami y yo callado; mi papi decía ‘ahhhggg ahhhggg aggghhhh’ y yo callado; y otra vez dijo "vieja me voy, me voy" y yo callado... Pero en ese momento la cama empezó a moverse rapidito y mi hermanito, de rebote en rebote, se calló de la cama. Entonces mi papi dijo “Vieja, ¿echamos el otro?”, y yo le dije: ‘No papi, me bajo solito’”.
