Otra vez me desperté abrazado a tu imagen en mi almohada
y desgranando retazos de recuerdos volví a mirarme
en el vacío hueco que dejaron tus ojos en mi espejo,
recordando tu calor y tus formas bajo mis manos
de nuevo sentí el sabor de esos labios en mi alma
y tu ausencia me tatuó el sentimiento en las venas
con tinta invisible para todos menos para ti y para mí.
Nada me ocurre, más que la fría mano de la distancia
abriendo heridas que tu voz cura con lametones de dulzura en mi oído,
con confianza más allá de las promesas vanas
con todo el amor del mundo.
Y yo me aferraré a ti,
me fundiré a tu espalda en las noches tormentosas
y en los días de viento infame
que quiera separar dos vidas que son ya una,
y cuando seamos algo más que dos cuerpos y un alma
la ausencia será aquella palabra que usan los mortales
en los días que nosotros ya no recordamos.
Te he dicho alguna vez cuanto te quiero?
Pide