
No es una novedad: loa astronautas que viajan al espacio sufren de insomnio. Pese que se les recomienda encarecidamente que duerman 8 horas, ellos no pueden. El paisaje y los sonidos desconocidos, el estrés que supone estar a bordo de un poderoso cohete y muy lejos de casa, la falta normal del ciclo día-noche, los mantienen despiertos aunque no quieran. Recientes estudios demostraron que el período de sueño de un astronauta se ubica entre las 0,5 y 2,5 horas menos de lo que habitualmente duermen en la Tierra. Para las agencias espaciales, se trata de un problema serio. Por eso se encuentran abocados a estudiar a fondo los beneficios y perjuicios de las siestas (hasta el momento, una de las soluciones posibles para mejorar la calidad de sueño de los viajeros espaciales.). En el Instituto Nacional de Investigación Biomédica Espacial estudiaron a 91 voluntarios, que pasaron 10 días experimentando uno de los 18 diferentes programas de sueño. Esos programas combinaban períodos de sueño fijo de 4 a 8 horas y siestas diarias de 0 a 2,5 horas. Para medir la efectividad de las siestas, los científicos sometieron a cada voluntario a pruebas de memoria, estado de alerta, tiempo de respuesta y otras habilidades cognitivas y midieron, además, variables como la temperatura basal del cuerpo y los niveles de hormonas y saliva. ¿Qué descubrieron? que las mejores siestas son las más largas. Pero hubo cosas extrañas, tal vez asombrosas. Por ejemplo: la memoria se benefició con siestas prolongadas, pero la vigilancia y el estado de alerta, no tanto.
