En la soledad de un sueño
caminaba fijo en mi mirada.
Al silencio de mis pasos
replicó la voz del agua.
La noche era clara.
Cada gota, de luna atravesada,
recordaba el brillo de tus ojos,
parecia que me mirabas.
Me deja mojar de su reflejo.
Sentir su roce fresco,
pensé que me abrazabas.
Inquietas, resbalaron por mi cara,
arráncandoles destellos al alba,
acariciaron mis labios,
y eran tus labios que me besaban.
Me quise sumar a su danza
dejando caer mis lágrimas.
Su salado sabor recordó mi cama.
Miré la calle. No estaba mojada,
sólo dos gotas solitarias.
Una, era una lágrima.
La otra, aún brillaba.
(A Rosa, compañera, amiga; siempre amada....)
