CD CASTELLÓN 1-0 ZAMORA CF
Somos de Segunda
Queríamos once leones vestidos de albinegro y los tuvimos, queríamos un gol y nos dieron un golazo y queríamos un ascenso y aquí lo tenemos: somos de Segunda. Un grito liberador que nace en Castalia y se propaga hasta cada rincón de una ciudad que esta noche ha matado a todos sus demonios tras una semana interminable, tensísima, con la creciente ansiedad como compañera de fatigas. Un partido que levantó una expectación inusitada en una afición que necesitaba una velada así, el ascenso no era un premio, era una auténtica necesidad. Un ascenso que tiene un dueño preferente, los once leones que visten a rayas, los muchachos que nunca dejaron de creer en sí mismos y en los que no tuvimos más remedio que confiar, los valientes futbolistas que no han dejado de sobrevivir, partido a partido, reto a reto, durante toda la temporada, los soldados que a base de coraje y compromiso se han ganado a pulso un lugar privilegiado en la historia de este club. A ellos, gracias.
El gol de Manu Busto cuelga todavía borroso en nuestras retinas. Estaba el partido ahí, indeciso y sin dueño cuando el talento del cántabro de pelo revuelto y aire distraído llegó para rescatar a su equipo y desnivelar el empate táctico. Nos acercábamos al minuto quince y Manu recibió un balón de Rodri en tres cuartos de cancha, de espaldas a portería. Se giró y avanzó moviéndose como una marioneta desgarbada, con la frente alta y aguantando los envites de los rivales. Parecía que podía romperse en cualquier momento, tan menudo entre tanto gigante zamorano. Manu y su talento nos sacaron del pozo: acomodó el cuerpo para el golpeo, metió el empeine y zumbó a la pelota con brusquedad. Vilches, el balón a su derecha suspendido en la red a media altura, la portería de Gol Sur y un estadio que se cae; una foto preciosa.
Los primeros compases del encuentro, hasta el gol orellut, no tuvieron un amo poderoso. Ninguno de los dos equipos lograba imponerse en el mediocampo, el miedo a fallar y a tomar riesgos invadía el césped. El tanto de Busto resultó clave para serenar los ánimos allá abajo y caldearlos más si cabe en la grada. El Castellón dominó la situación desde ese momento, aceleró o interrumpió el juego cuando creyó conveniente. Fue un dominio más moral que físico, nunca se vio el Zamora con opciones de remontada, sus intentos fueron débiles, faltos de fe.
La actuación de los locales se ajustó al guión establecido por el señor Cervera: Manu fue el elemento desequilibrante, Eloy aportó su oficio, Molist fue un soldado, Torrecilla y la defensa un elogio de seriedad y concentración. Cerca del descanso volvió a marcar Manu al resolver un mano a mano con una bella vaselina pero el gol fue anulado por fuera de juego. El Zamora, por su parte, no varió su plan de juego en exceso, nada de adelantar líneas en búsqueda del empate. Tuvo varias faltas en la frontal pero Aiert se mostró impreciso a balón parado. El uno a cero era un resultado molesto, como caminar con una piedrecita en el zapato, un gol visitante volteaba la situación de manera terrible.
Debió finiquitar el combate el Castellón en el arranque del segundo acto, argumentos tuvo para ello: juego y ocasiones. Un centro de Molist que no acertaron a controlar en el área ni Manu ni Eloy, un penalty sobre Héctor no señalado, un uno contra uno de Manu que Vilches sacó con el pie y cuyo rechace Molist envió alto. José Mari, tarjeteado, fue sustituido por Castell que se unió a la causa del toque con Eloy, Manu y compañía. Si los canteranos deben ser la representación de la afición en el campo Castell lo fue con creces: carácter y fútbol. Recado incluido a un Quero que pareció más pendiente de la grada y del árbitro que de ponerse a jugar a fútbol, se autodestruyó. Mejor.
No llegó el gol que hubiera permitido afrontar los últimos minutos con algo más de tranquilidad. Entró Loscri pero de ahí al final se jugó más bien poco, hubo tanganas, lesiones, pérdidas de tiempo, cambios y también miedo, tensión y esas cosas. El Zamora apretó algo más al final, a base de faltas, de córners y de las prolongaciones de Viale pero Oliva y los centrales estuvieron firmes, infranqueables, unos colosos.
Y así hasta que pitó el árbitro. El final del partido y el comienzo de una nueva era. Porque ahora nos toca a nosotros, tras más de una década de miseria absoluta, tras caminar por el desierto más desolador aquí estamos de nuevo. Con nuestros leones a rayas y con los rugidos de una afición con el orgullo intacto... ¿Alguien puede poner límite a nuestros sueños?
C.D.CASTELLÓN:
Oliva, Rondo, Casablanca, Rodri, Orlando, Torrecilla, Héctor (Loscri, min. 71), José Mari (Castell, min. 54), Eloy, Molist, Manu Busto (Javi Sanchís, min. 83).
ZAMORA C.F.:
Vilches, Sergio Sánchez, Candela, Otero, San Miguel, Cristóbal (Villanueva, min. 55), Chus Herrera, Rubén García (Viale, min. 76), Roberto Encinas, Alberto García (Quero, min. 55), Aiert.
GOLES:
1-0 Min.14 Manu Busto de potente disparo desde 25 metros, tras jugada personal, bate al meta zamorano.
ARBITRO:
Dirigió la contienda el colegiado aragonés Jaime Latre, quien estuvo auxiliado en las bandas por Giménez Blasco y Barluenga Hernando. Mostró tarjetas amarillas a los castellonenses Jose Mari (min. 52), Javi Sanchís (min. 67) y Oliva (min. 84), y a los zamoranos Igor San Miguel (min. 74), Viale (min. 94) y Chus Herrera, a este último en dos ocasiones (minutos 58 y 96) por lo que vio la roja de expulsión. Señaló 38 faltas, veintiuna a favor del Zamora y diecisiete a favor del Castellón. Los auxiliares marcaron tres fuera de juego a los zamoranos y cuatro a los jugadores castellonenses