Michelle
Novatill@

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Heavy metal!!
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« : 4 de Junio 2005, 11:38:28 » |
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Primero mi favorito:
Rafael Alberti.
Los dos ángeles.
Ángel de luz, ardiendo,
¡Oh, ven!, y con tu espada
incendia los abismos donde yace
mi subterráneo ángel de nieblas.
¡Oh espadazo en las sombras!
Chispas múltiples,
clavándose en mi cuerpo,
en mis alas sin plumas,
en lo que nadie ve, vida.
Me estás quemando vivo.
Vuela ya de mí, oscuro
Luzbel de las canteras sin auroras,
de los pozos sin agua,
de las simas sin sueño,
ya carbón del espíritu,
sol, luna.
Me duelen los cabellos
y las ansias. ¡Oh, quémame!
¡Más, más, sí, sí, más! ¡Quémame!
¡Quémalo, ángel de luz, custodio mío,
tu que andabas llorando por las nubes,
tú, sin mí, tú, por mí,
ángel frío de polvo, ya sin gloria,
volcado en las tinieblas!
¡Quémalo, ángel de luz,
quémame y huye!
*
Clara Janés.
Arcángel de Sombra.
Desplegó una sábana azul
que abarcaba los ocho cielos
salpicados del oro de los astros
y me envolvió, y a sí mismo, en ella.
Y como el entero firmamento
me abrazó.
Y se adentró en mi vida
y en aquella noche
la deshojó hasta la tersura del alba.
Con el tacto del más leve pétalo
se dobló su cabeza en mi cuello,
sus bucles negros
emitían un aroma de abismo.
*
Luis Cernuda.
Mi Arcángel.
No solicito ya ese favor celeste, tu presencia;
Como incesante filo contra el pecho,
Como el recuerdo, como el llanto,
Como la vida misma vas conmigo.
Tu fluyes en mis venas, respiras en mis labios,
Te siento en mi dolor;
Bien vivo estás en mí, vives en mi amor mismo,
Aunque a veces
Pesa la luz, la soledad.
Vuelto en el lecho, como un niño sin nadie
frente al muro,
Contra mi cuerpo creo,
Radiante enigma, el tuyo;
No ríes así, ni hieres,
No marchas ni te dejas, pero estás conmigo.
Estás conmigo como están mis ojos en el mundo.
Dueños de todo por cualquier instante;
Mas igual que ellos, al hacer la sombra, luego vuelvo,
Mendigo a quien despojan de su misma probreza,
Al yerto infierno de donde he surgido.
*
Pilar Fernández.
Un angelo che suona il liuto.
Es en el claroscuro,
cuando muere la tarde,
en esa calma sólo perturbada
por los más leves ecos
de los pájaros,
en la hora violeta,
cuando desciende
el ángel.
Si detienes
tus ojos en los míos,
el efecto letal
de esa mirada
me convertirá en piedra:
tal es el peso
de tu independencia.
Otras veces
sonríes,
y una dicha pequeña
viene a posar sus alas
en mi cuello.
Por un instante, al menos
rozamos el prodigio.
Te dejaría mi vida
como una flor cortada
que languidece
y muere
al borde de tus labios.
Y si tú eres
mi infierno
y en el ardo,
no me tienten
la púrpura y la gloria:
sabe
que he renunciado
al Paraíso.
Ya que no he de morir
de tu silencio,
pido una mano angélica
que aparte de mi
este cáliz.
*
Vicente Huidobro.
Sin título.
Eres tú, tú el ángel caído
la caída eterna sobre la muerte
la caída sin fin de muerte en muerte
embruja el universo con tu voz
aférrate a tu voz embrujador del mundo
cantando como un ciego
perdido en la eternidad
*
Miguel de Unamuno.
A mi ángel.
Cúbreme con tus alas, ángel mío,
haciendo de ellas nube que no pasa;
tú proteges la mente a la que abrasa
la cara del Señor, mientras el río
del destino bajamos. Pues confío
que cuando vuelva a la paterna casa,
no ya velada la verdad, mas rasa,
contemplar pueda a todo mi albedrío.
Mira ángel mío, que la vida es corta,
aunque muy trabajosa su carrera
y en ella no puede ir el alma absorta
de su Dios. Así espero a que me muera
para verlo, pues única soporta
la muerte a la verdad desnuda y entera.
*
Vicente Gaos.
Luzbel.
Arcángel derribado, el más hermoso
de todos tú, el más bello, el que quisiste
ser como Dios, ser Dios, mi arcángel triste,
sueño mío rebelde y ambicioso.
Dios eres en tu cielo tenebroso,
Señor de la tiniebla en que te hundiste
y de este corazón en que encendiste
un fuego oscuramente luminoso.
Demonio, Señor mío, haz que en mi entraña
cante siempre su música el deseo
y el insaciable amor de la hermosura,
te dije un día a ti, ebrio de saña
mortal. Y luego a Dios también: No creo.
Pero velaba Dios desde la altura
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