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Autor Tema: Mi vida...  (Leído 3039 veces)
Tito Nacho
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The new one.


« : 2 de Junio 2005, 18:30:28 »

No sé si esto irá aquí o habrá algún foro específico, pero me apetecía compartirlo. Tampoco sé si es muy largo o no... ya me diréis algo Smiley.


Hoy, como cada día desde hace casi 50 años, he abierto los ojos unos minutos antes de que el despertador diera las 7 de la mañana; desde que empezara a trabajar con 21 años es esa mi costumbre, mi padre decía que parecía tener un reloj interior... como echo de menos a mi padre y sus frases. Pero hoy ha sido distinto, había algo que no me era familiar. Antes de levantarme he mirado al techo, después a la mesilla y me he dado cuenta de que allí estaba mi reloj, mis gafas de ver, hace tiempo que las utilizo para leer y ver a televisión, mi vaso de agua y la foto de mi mujer, que hace tiempo que ya no está conmigo..., pues aunque todas esas cosas familiares estaban a mi alcance, no podía reconocer el resto. No conocía esa lámpara, no conseguía acordarme de esa mesilla ni acertaba a explicarme como había llegado allí el sillón que estaba al lado de esa ventana. De repente, como un jarro de agua helada ha venido a mi memoria todo lo que sucedió el día de ayer.


Ayer no fue un día como otro cualquiera, pero para entender todo lo que ocurrió creo que debería empezar por rememorar el momento más penoso de toda mi vida, el día, un año atrás en que murió mi Claudia, la mujer que había sido mi compañera en lo bueno en lo malo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza desde hacía mas de 40 años... toda una vida de sacrificios, momentos buenos y momentos no tan buenos, pero que al final no podía considerar de otra forma que como un camino vivido con todo el amor y el respeto del mundo.

El día que murió, mi hijo decidió que lo mejor era que me fuera a vivir con ellos y desde el mismo cementerio nos fuimos hacia el chalet adosado de un pueblecito cercano a la capital, que es donde viven mi hijo, mi nuera y mis dos preciosos nietos. Yo, que siempre había vivido cerca del centro de la ciudad me vi apartado de mis amigos, de mi partida de cartas, de mis tertulias y de mi libertad para sentirme persona con las cosas que me eran familiares. Pero no tenía fuerzas para negarme, pensé que después de mi perdida ya nada de eso importaba... que equivocado estaba, ahora lo sé bien.

Empezó mi nueva vida, una vida extraña que yo no había pedido vivir, con todas las “comodidades” de vivir e el campo, no me malinterpreten, no puedo más que sentir agradecimiento, porque pensaron que estaban haciendo lo mejor para mí; pero si a una persona le separan de su mundo, del mundo que ha conocido, creado y amado durante tanto tiempo, empiezan a surgir toda una serie de problemas relacionados con el desarraigo, con la incomprensión de la situación, con el sentirse descolocado y sin una idea clara de en que podía emplear todo el tiempo que tenía libre.

Comencé a ir al colegio a por mis nietos, eso era gratificante, pero era una gota en un mar de abatimiento, desasosiego y soledad. No quería convertirme en uno de esos ancianos que se dedican a ir a las obras para ver como otros trabajan, o que pasean sin rumbo fijo haciendo ver al los demás que había un objetivo claro en ese deambular sin rumbo. Que conste que me parece muy licito el que algunas personas decidan pasar así el resto de sus vidas, pero no era lo que quería para mi, esa no era mi vida, ni lo que mi mujer y yo habíamos planeado para nuestra vejez... claro que nunca se nos ocurrió planear una vejez en la que uno de los dos no estuviera.

Poco a poco se dieron cuenta que, a lo mejor, no había sido tan buena idea tenerme en casa viviendo con ellos, pero era una decisión en la que no había vuelta atrás sin reconocer la molestia que suponía para ellos. Yo me daba cuenta de esas cosas, pero trataba por todos los medios de hacerme cada día más y más invisible, casi no salía de mi cuarto e incluso me iba bastante rato antes a recoger a mis nietos para no molestar. L única pega es que todas estas cosas fueron minando mi resistencia, esa que yo trataba de mantener como podía desde el mismo momento en que tuve que decir adiós a Claudia. No tardé en caer en una depresión, algo normal si se tiene en cuenta que mi vida, con 71 años era un caos; pero esa depresión no entraba en los planes maravillosos que habían hecho mi hijo y sobre todo mi nuera, ahora el abuelito no iba a poder quedarse con los chicos el fin de semana que ellos decidieran salir, ni estaba en condiciones de valerse por sí mismo.

Con 71 años pasé de ser un hombre a convertirme, sin saber como, en una carga. De repente se me vinieron encima todos los años que tenía, todos los años de trabajo, de ilusiones, de esperanzas, de sinsabores y alegrías; todo ese tiempo vivido me alcanzó por la espalda sin previo aviso y decidió el solito hacerme ver que era un anciano. La tristeza infinita que me invadió no fue por el hecho de tener todos mis años, cosa que ya sabía, si no por la falta de comprensión de los que tenía a mi alrededor y que pensaba que eran quienes podrían entenderlo mejor.

Pasaron las semanas y yo era incapaz de salir a flote, no encontraba el apoyo de mi mujer y no encontraba hombro amigo de mi hijo. Por un momento llegué a pensar que quizá lo mejor habría sido tener una hija, pero me di cuenta de que los viejos molestamos sin distinción de sexo, raza o religión y lo más a lo que podría aspirar a partir de ahora era a ser una carga de por vida para mi hijo.

Que equivocado estaba, en nuestros días tenemos soluciones mágicas para casi todo, una parte del cuerpo no nos gusta... la operamos, un matrimonio no nos gusta... nos separamos, un medico no nos gusta... nos cambiamos, incluso hay un cantante que se ha cambiado el color de la piel... imagínense, por lo tanto no se extrañaran de saber que si un anciano nos molesta... buscamos una residencia donde “vas a poder estar entretenido con gente de tu edad y hablando de cosas que realmente os interesan”.

Efectivamente eso es lo que pasó ayer. Desde el “maravilloso y excitante”, según palabras de mi nuera, día de ayer soy el nuevo inquilino de la fantástica residencia que me ha buscado mi hijo, un lugar lleno de lujos por los que tengo que dar gracias, ya que “no todos los ancianos están en las mismas condiciones”, según palabras de mi hijo. Debo dar gracias por tener un médico, que no puedo cambiar, cuatro días a la semana; debo dar gracias por tener un jardín en el que dar vueltas durante el día con otras personas que están en mi misma condición; debo dar gracias por tener una habitación para mi solo que tiene incluso una televisión; debo dar gracias por disfrutar de vez en cuando de un concierto o de una obra de teatro a cargo de los voluntarios del pueblo; debo dar gracias, debo dar gracias, debo dar gracias... Y lo único que necesitaba yo era un poco de compresión y cariño de mi familia y desgraciadamente es de lo único que no puedo dar gracias aquí dentro porque no lo tengo.

En está soleada mañana, en la que me enfrento al principio del final de mi vida, no puedo dejar de preguntarme si han servido para algo todos esos años de esfuerzo, todos esos años de trabajo, todos esos sacrificios que hicimos mi Claudia y yo para sacar adelante un proyecto de futuro, una familia... Y señores, desde esta cama, desde esta soledad, desde este sentimiento de pena que me invade ahora, les diría en mi nombre y en el de mi mujer, sin miedo a equivocarme, que si; si han merecido la pena todos y cada uno de los momentos que he vivido, si ha merecido la pena por disfrutar de la mujer que he tenido, por ver el hombre en que se ha convertido mi hijo y por la certeza de haber contribuido a que mis nietos lleguen a ser los hombres en los que se convertirán el día de mañana. Doy cada uno de los minutos de mi vida por bien empleados y si esta es la vida que me va a tocar vivir a partir de ahora... ¿quién me dice que el destino no me tenga reservada una sorpresa agradable en este tramo final de mi carrera?, ¿quién me asegura que no puede ser la vida maravillosa en cualquier circunstancia?.

Como decía mi Claudia “un momento perdido en lamentos es un pedazo de tu vida desperdiciado”.
« Última modificación: 3 de Junio 2005, 17:26:14 por Tito Nacho » En línea
Select
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Mejor amar y perder que jamás haber amado


« Respuesta #1 : 2 de Junio 2005, 23:42:55 »

Aun tengo los pelos de punta...que pedazo de relato, me quedo con esta frase con tu permiso, porque me parece espectacular

“un momento perdido en lamentos es un pedazo de tu vida desperdiciado”.

Genial Tito Nacho, por supuesto karma de mi parte... ok
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Tito Nacho
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« Respuesta #2 : 3 de Junio 2005, 09:15:36 »

Gracias Select, no sabía si era demasiado largo para una sección de "poesía". me alegro que te guste y por supuesto puedes tomar todas las frases que quieras Smiley

Gracias por el K.
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Curuxa
Heidi Astur
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cada vez q abres la puerta y desempañas el cristal


WWW
« Respuesta #3 : 3 de Junio 2005, 18:21:05 »

impresionante, precioso relato Besito t dbo el karma
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Tito Nacho
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The new one.


« Respuesta #4 : 3 de Junio 2005, 18:33:07 »

impresionante, precioso relato Besito t dbo el karma

gracias Smiley , con que te haya gustado me vale, pero acepto el K  Cheesy
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Bakeroscuro
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« Respuesta #5 : 8 de Junio 2005, 08:06:37 »

Mu bueno socio. Karma.  ok
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bocatadenocilla
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Aupa PeterPaulXXX.com


« Respuesta #6 : 8 de Junio 2005, 09:08:42 »

Pensar que al final todos cometemos los mismos errores Martillear

Kamazo  ok
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Que es la vida mas que un juego.Un juego en el que siempre vamos a perder,pero en el cual tenemos que participar.
Tira el dado y que el destino te diga cual sera tu siguiente jugada.
Gacelilla
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« Respuesta #7 : 8 de Junio 2005, 09:47:37 »

Muy bonito....es de estos textos que te hace pensar
 K!
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No dejes nunca al que te ama por aquel que te gusta, porque ese que te gusta te dejara por ese que ama.
Tito Nacho
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« Respuesta #8 : 8 de Junio 2005, 12:40:21 »

Muchas gracias a Baker, Bocatadenocilla y Gacelilla por vuestros Ks, pero más por haber leido el relato, que es para lo que se escribe Smiley.

Me alegra que os haya gustado.
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Kika
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Con mis pelos y a lo loko!


« Respuesta #9 : 8 de Junio 2005, 15:40:25 »

Me he kedado impresionada con tus palabras...

Alabar Alabar Alabar Alabar
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Prefiero un punto de lokura ke un punto de amargura
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