Sólo queda la palabra
al son de las hojas secas
que danzan descompasadas
bailes de mar y de tierra.
Sola, muy sola queda
ahora, que las frases se saben
desde que empiezan, las manos
se alzan, y se levanta la mesa.
Sólo queda la palabra
en el murmullo de las cosas hechas.
Allí queda, sola por serlo
en el tiempo que no era.
Sólo se queda sola
en el silencio de las horas.
A tí...

( Francisco Alemán Páez.)