Jorge58 (sin comentarios)
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« Respuesta #102 : 20 de Junio 2016, 14:24:34 » |
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(del diario Olé)
El deporte tiene muchas cosas que bien pueden considerarse injustas. Una de ellas es que, para una gran mayoría, los resultados potencian o derrumban realidades. Para hablar de LeBron James, esta situación está arriba de la mesa. El alero (bueno, imposible encerrarlo en una posición) es, quizás, el jugador más dominante de la última década y, a su vez, su legado es el más cuestionado. ¿La carga? Perder cuatro de sus seis Finales jugadas. Pero claro, si había algo para borrar, para guardar bien debajo de una alfombra, lo hizo de una manera que nadie, absolutamente nadie, olvidará jamás. Porque lo que hizo es digno de su apodo, un Rey.
LeBron se fue odiado de Cleveland en 2010, pasó por Miami, encontró una segunda casa, ganó sus dos primeros anillo y disfrutó muchísimo. Pero había algo que no cerraba. Necesitaba sacarse esa espina enterrada. Pegó la vuelta a Cleveland en 2014 y no dudó en su promesa: devolverle un campeonato a su ciudad. Tragó mal tierra el año pasado, cuando Golden State se quedó con la gloria en la final. Pero los grandes no se rinden, sino que trabajan para la grandeza. Y esta 2015/16 parecía esquiva, porque a mitad de camino hubo cambio de entrenador (se fue Blatt y llegó Lue), llovieron críticas por un juego que no convencía y, fundamentalmente, aparecieron unos Warriors históricos, con la mejor fase regular de todos los tiempos (un 73-9 que superó el recordado 72-10 de los Bulls de Jordan). Un Golden State que volvió a ser el rival en la definición y se puso 3-1 arriba. Sí, ese hoyo del que nadie se había recuperado en 32 oportunidades. Pero bueno, de historia y desafíos se tratan las cosas. Y ahí llegó LeBron.
Sí, James. Porque él es Cleveland. Porque si anoche se consagró campeón fue por la enorme responsabilidad y grandeza del Rey, que se cargó a su equipo al hombro, anotó 41 puntos en partidos consecutivos para igualar la serie y clavó un triple-doble para silenciar a todo Oakland: 27 puntos, 11 rebotes, 11 asistencias, más 3 tapas (una vital con el duelo igualado en 89), 2 robos y todas las cosas que no salen en la planilla, como su energía, voracidad, determinación y liderazgo. El, junto a su sensacional ladero Kyrie Irving (26 tantos y el triple decisivo a 53s del final, fueron las principales llaves del 93-89 a los Warriors que cerró el 4-3. Una llave que ya se guardó en los libros del recuerdo.
El Rey fue contra un estigma para su ciudad, porque Cleveland no veía a un equipo campeón desde hacía 52 años. El chico de Akron, el nene de casa, el que se fue odiado y volvió con una promesa para cumplir. Ese fue el responsable de recuperar la alegría. Ese, también, es quien no recibirá más reproches. A los 31 años, LeBron James ratifica su condición de leyenda NBA.
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