El niño que tropezaba a menudo apenas sufría. Poco dolían los golpes y menos aún el ridículo ocasional. Con cada caída aprendía y constataba. Y se levantaba siendo alguien un poco mejor. El niño que casi nunca tropezaba sufría más penas. Mucho le dolían los golpes y más aún el ridículo ocasional. Con cada caída aprendía y constataba. Y se levantaba siendo alguien un poco peor.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por Hiperbreves y leido en esas interneses de Dios)
Aprovecho para desearos una feliz Semana Santa y a poder ser, que la disfrutéis con mucha salud y mucho dinero, yo por mi parte, intentaré hacer lo mismo...
amigos