En el vientre de la ballena muy poco se veía. Empapado y aturdido sólo acerté a encender mi mechero unos segundos. Tiempo suficiente para distinguir a Jonás y a Pinocho. Los dos con los ojos cerrados. Uno en posición de rezar y el otro como tratando de encender una hoguera. Ensartados ambos por un certero arpón japonés.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por Hiperbreves y leido en esas interneses de Dios)
Saludos, salud y a disfrutar del finde...