Hablan, hablan y hablan. Cuentan cuentos que no se creen. Mienten. Ni se ríen ni se sonrojan. Engañan. Ni se avergüenzan ni se arrepienten. Acumulan amigos y favores. Sonríen y vuelven a sonreír. Enseñan cartas que luego cambian. Son trileros, pero no lo aparentan. Lo disimulan con las corbatas de seda. Las mismas que usan para ahogar a la gente.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por Hiperbreves y leido en esas interneses de Dios)
¡¡Feliz 2.011!!
