Cada vez que cometo un error importante recuerdo la mano enorme de mi padre. Intento hacer desaparecer la cabeza entre los hombros y me siento muy pequeño, como entonces. Cada vez que cometo un error grave recuerdo la mano de mi padre. La que me daba. La que me daba para decirme: "Venga, hijo, que no pasa nada".
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por Hiperbreves y leido en esas interneses de Dios)
Saludos, salud y...
