Un hombre llega a su casa, cansado después del trabajo y en ese momento le pregunta su mujer:
- Cariño, puedes arreglar la cisterna que está rota?
Y el hombre responde:
- Vamos a ver, cielín, acaso soy fontanero?, a que no?. Pues entonces...
Al día siguiente le vuelve a decir ella:
- ¿Cariño, puedes arreglar la pata de la silla que se rompió?
- ¿Es que ahora soy carpintero?, a que no?. Pues entonces...
Al día siguiente llega el hombre a casa y casualmente la cisterna y la pata de la silla están arregladas, sorprendido, pregunta:
- ¿Han venido el carpintero y el fontanero?
- No, lo ha arreglado todo el vecino.
- No me digas... ¡¿No te habrá cobrado?!
- No, me ha dado a elegir entre hacerle una tarta o hacerle el amor.
El hombre, enojado, exclama:
- Supongo que le habrás hecho la tarta, no?!
- A ver, cariño, soy yo pastelera?, a que no?… Pues entonces...
