El gordito aguantó collejas como todos los días, pero cambió la rabia por una sonrisa extraña. Aguantó igual los insultos, los cánticos soeces y los intentos cotidianos por desnudar su enorme culo blanco. Aguantó riendo en silencio, con una mueca entre la burla y la felicidad oscura. Aguantó tranquilo, abrazado a su maleta de Punisher, ajeno a las provocaciones de sus nunca compañeros de clase. Esperó su momento aferrado a aquella mochila negra. En su interior, ni rastro de libros o material escolar, sólo la pistola de papá.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por Hiperbreves y leido en esas interneses de Dios)
Buenos días, buena suerte y feliz finde...
