Historia Macabra

Este es un tipo, re-alcohólico, que sale de una fiesta de Hallowen bastante entrada la madrugada y tan borracho, que no sabe siquiera como va caminando. Claro, antes de salir se había apertrechado con un par de buenas botellas de licor, mientras el anfitrión de la fiesta se distraía con los invitados.

En lo que llevaba de camino, ya había dispuesto de una de las botellas. Esto con la intención de darse valor, ya que para llegar a su morada debía atravesar el cementerio del pueblo.

Al llegar a las puertas del camposanto, el borrachín se persigna (como puede, en ese estado no podía hacer mucho) y se coloca la botella en el cinturón para ir más comodo, ante cualquier eventualidad que ocurriera en el trayecto.

Inicia la incómoda travesía y, farfullando oraciones, va caminando dando tumbos entre tumba y tumba. Luego de una decena de metros, escucha el ulular de una lechuza, ruidos en algunos arbustos. Se gira y cree ver un par de ojos, como chispazos rojos en la negrura de la noche. Escucha murmullos y siente un frío gélido recorrer su espalda provocando que todos los vellos de su cuerpo se erizen al instante.

Se persigna nuevamente (mejor que la vez anterior a pesar del estado en que se encuentra) y continúa caminando, rezando a cada paso:

"Señor mio: sé que no he sido el mejor de tus hijos; sé que ni siquiera lo he intentado. Por favor, solo te pido que me veas como el ¡Hic! hijo pródigo que soy. Te pido que me ampares. Te prometo que trataré de mejorar en todos los errores que he cometido en la vida. Te prometo que a mi madre le daré los buenos días. No me dejes caer en las garras del maligno. Por favor, Dios, protegeme de cualquier espíritu que me aceche."

En esas iba, cuando tropieza, cae, e inmediatamente se levanta y sigue con sus oraciones:

"¡Oh! Padre todopoderoso y omnipotente: extiende sobre mi tu manto divino. En Tu nombre imploro Tu protección. No dejes que mi alma sea alimento del enemigo. Te prometo que a mi compadre Juancho no le negaré un trago de licor cuando me lo pida. Te juro que le pagaré al cantinero del pueblo todas las deudas que tengo. No arrugaré la cara después de cada trago de Juisky ¡Hic!."

De pronto, el borrachín empieza a sentir un líquido tibio recorrer sus muslos. Sin dejar de rezar trata de identificar e origen del líquido y recuerda vagamente haber caido del lado en que llevaba la botella. Ahora, más desesperado que nunca, empieza a rezar con mayor fervor:

" ¡DIOS! ¡SEÑOR! ¡PADRE MIO! TE PIDO, TE RUEGO POR LO QUE MÁS QUIERAS, QUE LO QUE SE HAYA DERRAMADO SEA MI SANGRE Y NO EL JUISKY QUE TRAJE DE LA FIESTA!!!!