Antidoto de tolerancia...

ANTÍDOTO DE TOLERANCIA...

Sin tener que bucear en el recuerdo,
ni en el de ayer, ni en el de hoy,
mucho menos, rebuscar en el mañana,
sin tener que hacer nada de eso,
pues he visto que nada nuevo
habrá sobre el tema,
tal vez será por eso que abrí
lo primero que mis ojos alcanzaron,
algo de psicología donde hay
algunas pautas, de cómo superarse
de una depresión.

¿Cómo recuperar el gusto por la vida?

Llorar, confesar el secreto,
recuperar la piel,
alimentar el espíritu,
mirar por uno mismo,
empezar a caminar.

En estos seis elementos,
en ninguno de ellos encuentro,
como adentrarme en esas profundidades,
realmente si algo clarifica,
purifica mi alma y mis pensamientos
es porque reconozco cada instante
la suciedad que oscurece los momentos.

Ni el llanto, ni el secreto,
ni el caminar, ni el purificar la piel,
ni mirar y ni alimentar el espíritu
es remedio para ese mal
cuando es reconocido
por esa contaminación
de lo no tan fácil acontecido.

No, no hay dramas heroicos
convertidos en tragedias,
por lo tanto no hay secretos
de esa estúpida impotencia.

¡Cierto! Que ese órgano sensible
se viste de valentía desde que ha dejado
de ser exigente con la vida
y no deja entrar intrusos,
ni en la piel, ni en su llanto,
mucho menos en su vida,
el único compromiso sin fracasos ni medidas...

Buceando, adentrándome
en este camino incierto
donde se intenta afrontar el sendero
como un remanso de paz,
apenas ya hay pretextos para morir
de hambre o de sed, por falta de vitaminas,
o por un purificante veneno
que de placer a la vida.

Tal vez, las compuertas de los débiles
no necesiten abrirse,
ni limpiar las suciedades
que dañaron su piel,
sin apoyo, sin consuelo,
se hundieron y resurgieron
subiendo a la superficie
de ese buceo de ensueño,
por conseguir esa orilla
en otro ciclo de vida,
y aún pisando tantas tierras movedizas,
el impulso sin caricias observó,
que no se emerge, si antes,
en la tormenta no te sumerges
y buceas dentro de la oscuridad
del ayer y de la verdad,
que cada uno lleva dentro…

... Es un antídoto más
en el umbral de la tolerancia,
si hay valor, no hay frustración,
si hay fracaso, también habrá experiencia
de cómo reconstruir el alma,
su dolor y su conciencia.

Es sólo, algo de energía vital,
que activa la sensibilidad
y enseña mucho mejor
el camino de la realidad.

Es mi propia vitamina,
mi verdadera energía
con las que cubro el dolor,
con lo que obtengo tolerancia,
dentro del bumeráng,
de un experimento, llamado vida...

Teo(tomcab58) Marzo 2004 ©