¿Para qué sirven los pechos de una mujer?
¿Cuál es la razón evolutiva para que las mujeres incurran en un derroche de energía como el que supone tener dos pechos hinchados, incluso fuera de la época en la crianza de un bebé? ¿A qué viene esa acumulación de grasa un tanto grotesca pero que, sin embargo, atrae tanto al sexo masculino?
Teorías hay muchas pero casi ninguna certeza. Y las teorías son, en ocasiones, tan aventuradas, que no me extrañaría acabar leyendo que los pechos existen gracias a los intereses de alguna empresa fabricante de airbags. Empecemos por las más traída por los pelos.
Amotz Zahavi es uno de los dos inventores del principio del handicap. Este principio de la competencia inmunitaria se basa es que si gastamos muchos recursos en el sexo, tendremos menos para invertir en las defensas inmunitarias. Por ejemplo, uno de los handicaps que debe sobrellevar el ser humano es el pelo: al hombre le crece el pelo en diversas regiones del cuerpo y debe cortárselo continuamente.
En opinión de Zahavi, hubo épocas en las que sólo el Homo sapiens, que era lo bastante hábil para mantener corto su cabello, podía regresar a casa después de una jornada de caza a través de los matorrales. Para la barba, tiene Zahavi otra trapisonda explicación: la barba es una señal sincera porque hace que su portador resulte una presa fácil de agarrar
Para la existencia del pecho de la mujer, Zahavi tiene otra explicación de tipo handicap. Partimos de la base de que el pecho de la mujer (que no da de mamar) no está formado por glándulas productoras de leche sino que está compuesto en su mayor parte sólo de grasa. Por esa razón, irónicamente, el pecho de la mujer siempre permanece inalterable, a diferencia del resto de los mamíferos, que sólo tienen pecho mientras lo usan.
La razón que aporta Zahavi para este derroche es que así la mujer exhibe de forma sencilla las reservas de grasa que posee. El handicap consiste en la limitación de la libertad de movimiento que supone y en “un derroche de energía producido por una mayor pérdida de calor.”
Esta explicación no resulta muy coherente por una razón: los pechos deberían ser más atractivos cuanto mayor fuera su tamaño, pero esto no es lo que ocurre: a partir de cierto tamaño, la mayoría de hombres ya no sienten atracción por un pecho. Por mucha grasa que indiquen que la mujer posee, un pecho gigantesco acostumbra a resultar grotesco.
Otra teoría la aporta la antropóloga Bobbi Low, que dice que el pecho no es una señal sincera de que la prole podrá ser criada más eficientemente por esta mujer, pues los pechos abundantes no guardan relación con su contenido lácteo ni la producción de leche.
Según la tesis de la psicología evolucionista más dura, los pechos se fundan en un principio de engaño. Lo explica así La ciencia de la belleza de Ulrich Renz:
La función del relleno de grasa del pecho es ocultar el verdadero estado en el que se encuentra la mujer. Al hombre se le escamotea la posibilidad de saber cuándo su pareja tiene los días fértiles, de modo parecido a como ocurre con la ovulación.
Es decir, que los pechos actuarían como exageraciones de fertilidad, espectáculo pornográfico, deseo permanente, aunque este anuncio no siempre guarde relación con la realidad.
Por su parte, el conocidísimo (y también criticadísimo) antropólogo Desmond Morris, considera el pecho como una consecuencia de la nueva técnica de apareamiento que trajo consigo el hecho de caminar erguidos. Desde que el hombre y la mujer empezaron a aparearse por delante, la zona erógena de las nalgas no tuvo más remedio que emigrar hacia la parte delantera. Pero ¿acaso las nalgas de una mujer no siguen siendo igualmente atractivas?
Finalmente, quizá la razón de la existencia de los pechos femeninos sea mucho más sencilla que todo lo anteriormente expuesto: los pechos indican al hombre que la mujer ya es sexualmente madura.
Fuente:http://www.genciencia.com/biologia/para-que-sirven-los-pechos-de-una-mujer-2-de-2