Vives en un insomnio intermitente, alerta ante cualquier mínimo ruido. Sufres jornadas ininterrumpidas de doce o quince horas. Malvistes, malcomes, malduermes, malvives. Sufres, pero sabes que lo elegiste. Siempre fue tu vocación. No te queda otra que seguir adelante. Siempre alerta. Son las cuatro de la madrugada. Toca diana. Otra vez el biberón.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por Hiperbreves y leido en esas interneses de Dios)
