El PILOTO del bombardero B-52 siempre regresaba a la base con una enorme sonrisa. Pensaban que era un sádico, pero las bombas las tiraba al mar.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, leido en esas interneses de Dios)
Ya sabéis amigos, lo breve y bueno, dos veces bueno ¿No?
