Un hombre mayor, español, que vivía en las afueras de Jaén, fue a la iglesia de su pueblo a confesarse, después de 70 años:
- Ave María purísima...
- Sin pecado concebida...
- Padre... Durante la Guerra Civil, allá en el 1.937, una mujer bonita tocó en la puerta de mi cortijo y me pidió que la escondiera de los nacionales. Así que yo la escondí en mi alacena.
- ¡Eso fue una cosa maravillosa que hiciste, hijo -contestó el sacerdote- No tienes la necesidad de confesar un hecho como este.
- No Padre, es que ella empezó a agradecermelo con 'favores sexuales'.
- Estando en gran peligro y bajo esas circunstancias, dos personas pueden ser muy tentadas a actuar así. Pero si lo sientes verdaderamente, estás perdonado de hecho.
- Gracias, Padre. Esa es una gran carga que le saca a mi alma. Pero tengo una duda más...
- ¿Y cuál es, hijo?
- ¿Cree Ud. que debería decirle que la guerra 'YA' ha terminado, ein?
