Jorge58 (sin comentarios)
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« Respuesta #6 : 13 de Abril 2009, 14:45:42 » |
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(del diario Olé)
Quién hubiese imaginado que un hito como el que consiguio el Maestro Roberto De Vicenzo al ganar el Abierto Británico del 67, uno de los cuatro grandes torneos del golf mundial (se los denominan Majors, similares a los Grand Slam de tenis), iba a ser empardado. Parecía que José Cóceres andaba merodeando la hazaña, con dos títulos de la PGA en el 2001. Pero no, De Vicenzo no fue igualado por el chaqueño. Recién en el 2007, Angel Cabrera se metió en los libros al ganar el Abierto de Estados Unidos. Hazaña. Pero, como decía don Roberto, "los records están para ser quebrados". Fue el mismo Cabrera quien se dio el gusto de hacerlo. Y sin entrar en comparaciones, logró situarse en el pedestal de los mejores deportistas argentinos, como Fangio, Vilas o Monzón. En un deporte no muy popular en el país, es cierto, ya que poco más de 200.000 personas juegan al golf. En un deporte que no genera un Obelisco rodeado de banderas ni programas diarios en TV. Sin embargo, el triunfazo que el Pato consiguió ayer en el Masters de Augusta, primer Major del año, le dio el ticket para quedarse en esa historia. El saco verde que vistió -tradicional emblema que se lleva el ganador del campeonato que se juega desde 1934- fue una imagen inequívoca de que el cordobés había logrado un triunfazo para pocos. Además se llevó un cheque de 1.350.000 dólares. Y lo consiguió con un temple de novela, tras dos hoyos en muerte súbita, y habiendo dejado atrás a monstruos como Tiger Woods (cuatro veces campeón de Augusta) y Phil Mickelson (dos), 1° y 2° del ranking mundial.
Justamente Woods y Mickelson se estaban robando la atracción de la cuarta jornada. De arremetida, parecía que su juego y experiencia les iba a alcanzar para superar a Cabrera y a los locales Kenny Perry y Chad Campbell, quienes soñaban con su primer título del Masters. Aunque el esfuerzo de Tiger -segundo torneo luego de su vuelta tras una operación en la rodilla izquierda- no fue suficiente y Mickelson se sacó solo, al errar dos putts metibles en el 15 y 17. Sendos bogeys en el último hoyo, el 18, y un frío apretón de manos sellaron su participación y le dieron paso a una definición con aquel trío, menos taquillera pero emocionante, sin dudas.
Cabrera, de 39 años, quien había arrancado el día como líder junto con Perry, gracias a un birdie en el hoyo 3 alcanzó la punta en soledad. Pero bogeys en los dos siguientes lo bajaron del tope. Kerry, en cambio, se mantenía sin errores y recuperaba la punta. Campbell, segundo a un impacto de su compatriota, estaba a tiro.
Cuando Cabrera cometió bogey en el 10 parecía que su suerte estaba echada. Aunque le faltaban un par de pares cinco, hoyos extensos que lo benefician al ser uno de los pegadores más "largos" del circuito. El Pato cumplió el pronóstico con birdies en el 13 y 15, y también bajó el 16, un par tres que decoró con un gran putt de dos metros y medio. Al mismo tiempo, Kerry seguía sin errar y, a falta de dos hoyos, tenía el triunfo en bandeja frente a su mujer y su hija...
Sin embargo, quien se hubiese convertido en el ganador más veterano de Augusta, con 48 años, falló por primera vez en el día. Y falló una segunda. Tras sumar 13 pares y tres birdies le tembló el pulso en la última recta y firmó dos bogeys. Cabrera (ronda de 71, uno bajo el par) y Campbell aprovecharon la coyuntura y, por eso, llegó la muerte súbita con los tres igualados en 276. El primero que conseguía la diferencia se quedaba con el saco. Iban a jugar en el 18 y el 10 hasta que de declarara un ganador.
Si bien Cabrera tuvo un mal inicio en el primer hoyo (18), sus rivales no acompañaron con sus tiros la ventaja. El Pato se reivindicó con un gran tercer golpe (era un par cuatro y la dejó casi adentro), Kerry también embocó y Campbell se quedó afuera cuando su pelotita rodeó el hoyo.
El desenlace llegó en el 10. Kerry la mandó a los árboles y Cabrera no perdonó. Le quedó un trámite de dos golpes para llevarse el trofeo, el saco verde y... los verdes. Histórico.
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