Todo sucedió en un lluvioso y lánguido día de otoño. Ana y Carlos pasaban la tarde juntos en su casa plácidamente leyendo y escuchando música mientras se hacia de noche. Todo discurría con una sosegada normalidad hasta que… Ana hizo una pregunta:
Ana: ¿Que harías si me muriese?
Carlos: Te guardaría luto.
Ana: ¿Durante mucho tiempo?
Carlos: Muchísimo tiempo.
Ana: ¿Por qué?
Carlos: (serio) Porque te quiero y tu perdida seria dolorosa para mi.
Ana: (con una sonrisa). Que bonito. ¿Volverías a casarte?
Carlos: No
Ana: (con expresión dolida) ¿Por que no? ¿No te gusta estar casado?
Carlos: Si que me gusta
Ana: ¿Entonces si que te volverías a casar?
Carlos: (carraspea) Creo que después de haberte guardado luto durante el tiempo suficiente y mi vida volviese a tener sentido, si.
Ana: ¿También dormirías con ella en nuestra cama?
Carlos: Es de suponer, ¿no?
Ana: ¿Reemplazarías mi foto por la de ella en la mesilla de noche?
Carlos: Pondría las dos fotos.
Ana: ¿También tendrías sexo con ella? ?En nuestra cama?
Carlos: (bebiendo un sorbo de café) Seguramente llegaríamos a eso. Si.
Ana: ¿Jugarías también al golf con ella?
Carlos: Si, lo haría
Ana: ¿Le darías mis palos?
Carlos: No, es zurda.
Ana: ¿¿¿Como???
Carlos: ¡ Mierda…!.
