X1VT
Creí en la sinceridad de tus palabras justas, me convenció tu mirada limpia y sucumbí al aplomo de tus gestos. Tu sonrisa me cautivó, pero fue tu saber estar, tu porte bello de caballero atemporal lo que terminó de entregarme cual esclava. Te di todo. Te seguí durante meses, como una sombra, sin dudar jamás de tus intenciones, sin tolerar jamás una crítica. Te hubiera acompañado por desiertos y montañas lejanas sin preguntar cómo, cuándo, cuánto ni dónde. Pero todo cambió desde aquel día que tanto esperábamos. Te llevaste mi voto y no volví a saber de ti.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por Raúl Sánchez Quiles y leido en esas interneses de Dios)
