La Seguridad Social pierde 244.000 cotizantes y empeora por primera vez desde 1996 la relación afiliados-pensionistas
Algo está cambiando en la Seguridad Social. Y no, precisamente, en la buena dirección. Según acaba de publicar el Ministerio de Trabajo, la relación entre afiliados y pensionistas -la clave que garantiza la solvencia del sistema público de protección social a largo plazo al tratarse de un sistema de reparto- se situó en agosto en 2,68 cotizantes por cada jubilado, lo que significa el primer retroceso de esta ratio desde 1996. Desde entonces, y a partir de un mínimo histórico de 2,06 activos por cada pasivo alcanzado en ese ejercicio, siempre se habían registrado un mayor incremento del número de cotizantes que de nuevos pensionistas.
La ruptura de la serie tiene que ver con el retroceso de la afiliación de trabajadores a la Seguridad Social más que con un súbito aumento del número de jubilados. Y es que el deterioro del mercado laboral, como no podía ser de otra manera, se está trasladando con gran intensidad a la Seguridad Social, que acumula ya un trimestre consecutivo con pérdida de afiliados en términos interanuales, algo desconocido en la economía española desde la recesión del bienio 1993-94.
Los datos que se acaban de publican reflejan una pérdida en agosto (media mensual) de 244.666 afiliados respecto al mes anterior. Pero si la comparación se hace con el mismo mes del año pasado el resultado refleja que la Seguridad Social cuenta hoy con 148.629 cotizantes menos que hace justamente un año, lo que supone un retroceso del 0,77%. Para observar la fuerza del deterioro de las cifras sólo hay que tener en cuenta que desde el año 2002 el crecimiento en el número de afiliados (en términos anuales) nunca había sido inferior a 485.000 cotizantes, lo que da idea del cambio de tendencia.
La pérdida de afiliados está siendo especialmente intensa en el caso del Régimen General, con un descenso del 1,17% en términos interanuales, lo que significa un retroceso de 173.000 cotizantes. La mitad de ellos (86.824 afiliados) proceden de la construcción, con una significativa caída del 5.14%, pero atención. La industria, en plena recesión, ha hecho descender el número de cotizantes en 43.257 (un 1,9%), lo que refleja que la crisis del ladrillo se ha trasladado de forma vigorosa al conjunto del sector manufacturero, altamente expuesto al ritmo de edificación. Para hacerse una idea de lo que afecta el pinchazo de la burbuja inmobiliaria al empleo hay que tener en cuenta que en junio del año pasado, se alcanzó un máximo histórico de 2.513.000 cotizantes en la construcción en alta laboral, lo que significa que en apenas un año se ha destruido 370.000 empleos vinculados con el ladrillo.
En coherencia con el hecho de que la crisis se está cebando en sectores donde la mano de obra mayoritaria es masculina, las cifras de afiliación reflejan un caída del 2,6% en el empleo ocupado por hombres, mientras que, al contrario, la afiliación entre las mujeres (empleadas mayoritariamente en el sector servicios) está creciendo a ritmos del 1,7%. Eso puede explicar que las únicas actividades que siguen creando empleo sean la atención sanitaria, los servicios sociales y el personal doméstico, aunque su impacto respecto al total de la ocupación sea todavía escaso. El enfriamiento del mercado laboral está afectando, igualmente, al colectivo de trabajadores extranjeros. En agosto el número de inmigrantes se situó en 2.111.878, lo que supone 40.000 cotizantes menos que el mes anterior,
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