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« : 2 de Agosto 2008, 13:35:02 » |
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Dos millones de mujeres admiten el uso habitual de tranquilizantes
No es una locura de juventud, ni mucho menos. Nada que ver con ese discurso de "estábamos en una fiesta y alguien nos ofreció", como suelen narrar años después adictos a estupefacientes, ya sean legales o no. En este caso, son mujeres hechas y derechas que, a sus cerca de 40 años, se lanzan a las oficinas de farmacias del barrio en busca de algún tranquilizante para calmar sus nervios o la ansiedad o un hipnótico para combatir el insomnio. El problema es que, dado ese paso, muchas no pueden dejar de tomarlos. En España, casi 2,5 millones de mujeres ingieren estos fármacos, de las que casi 1,7 millones reconocen que lo hacen de manera habitual.
Seguir leyendo noticia Así lo indica el estudio El consumo de alcohol y otras drogas entre las mujeres,dirigido por el sociólogo José Navarro Botella y publicado por el Instituto de la Mujer. El trabajo se ha realizado a partir de 2.000 entrevistas a mujeres de todas las comunidades autónomas, así como otras 1.200 a jóvenes escolares de entre 14 y 18 años de 48 centros educativos de España.
El informe diferencia entre el consumo de tranquilizantes y el de somníferos. En cuanto al primero, cuantifica que los tranquilizantes son consumidos por el 9,1% de las mujeres de más de 14 años (casi el 7% los toma de manera habitual), porcentaje que asciende casi al 12% de las mayores de 45 años y casi al 15,1% de las que ya han cumplido los 55.
En cuanto a los hipnóticos, su ingesta es claramente inferior: el 3,4% de mujeres los ha consumido en el último año y un 3,1% lo hace de manera habitual.
El consumo de tranquilizantes por los varones apenas si alcanza el 2,5%, según los datos recogidos en la Encuesta Nacional Domiciliaria sobre Drogas del año 2005, porcentaje que evidencia que la adicción a los tranquilizantes que afecta mayoritariamente a la población femenina.
En cuanto al perfil de las consumidoras destaca que la edad media de inicio del consumo de tranquilizantes son los 38,7 años, frente a los 43,4 de media de las que ingieren somníferos. En su mayoría, son mujeres casadas, separadas o viudas, que viven en ciudades del norte y centro del país o en la costa mediterránea. En cuanto al nivel de estudios, en la mayoría de los casos es bajo (sobre todo entre las que toman tranquilizantes) o medio (entre las consumidoras de somníferos), diferenciación que también se aprecia en la clase social: baja o media-baja en las consumidoras de tranquilizantes; y media en las que toman pastillas para dormir.
En lo que sí coinciden ambos grupos es en sus creencias religiosas, católicas practicantes, y su ideología política mayoritaria: derecha o centro-derecha. Entre las mujeres que ingieren fármacos para conciliar el sueño hay un grupo destacado que asegura profesar "otras religiones".
El informe pone de manifiesto que las mujeres adictas a los tranquilizantes también pueden inclinarse por el consumo de hipnóticos, así como por la ingesta de analgésicos opiáceos, como la codeína o la etilmorfina. Es lo que denomina modelo de policonsumo de psicofármacos, un modelo integrado principalmente por mujeres de más de 55 años y que viven en poblaciones pequeñas o medianas de las zonas norte, norte-centro y sur de España. Integran este grupo "casadas, amas de casa, viudas y pensionistas", con un nivel educativo bajo, al igual que su clase social y que se declaran de derechas y católicas practicantes, según el estudio.
Pero ¿por qué estas mujeres comienzan a ingerir pastillas? Las razones más esgrimidas por las adictas a los hipnosedantes tienen que ver con factores de índole personal. Una buena parte señala que comenzó a ingerir píldoras porque se sentía enferma, con dolores, con los nervios a flor de piel y tenía dificultades para dormir. Son mujeres que tienen un sentimiento muy marcado de que no pueden superar las dificultades diarias y se agobian y tensionan mucho ante cualquier situación. La pérdida de confianza en sí mismas es otra de las causas más esgrimidas.
Una vez se ha empezado, se mantiene el consumo porque sin las pastillas ya no se puede seguir con la actividad diaria. Es el caso de Teresa Hernández, de 66 años, profesora jubilada, quien comenzó a tomar pastillas para dormir cuando no había cumplido los 40. Empezó a tomar somníferos por prescripción facultativa, como la mayoría de las mujeres que han desarrollado una adicción a los fármacos.
Por aquel entonces, casada y con tres chicos, y con unos padres a los que atender, su situación económica dio un vuelco: su marido se embarcó en una serie de negocios que terminaron peor que empezaron. Agobiada por el dinero, las noches las pasaba en vela estudiando la manera de sacar a su familia adelante. El médico, según relata, le prescribió entonces pastillas para dormir. Los malos momentos pasaron pero las pastillas permanecieron en la mesita de noche y aún siguen ahí.
"Las veces que no las he tomado no he pegado ojo, así que ya ni lo intento. Ten en cuenta que tenía que trabajar a diario con 25 chicos y para eso debía estar bien descansada... No creo que eso sea una adicción, la verdad es que nunca me lo he tomado como tal. Para mí la adicción tiene que ver con las drogas o el tabaco, pero no con los fármacos", explica.
En cuanto a cómo consigue los fármacos, ya que se supone que es obligatorio presentar la pertinente receta médica, señala que no tiene problemas. "Iba siempre a la misma farmacia, donde ya me conocían, y nunca me pusieron problemas. Ahora, pese a que he cambiado de ciudad, tampoco", dice.
Tampoco tiene problemas para conseguir tranquilizantes Rosa F., de 43 años, ama de casa con dos niñas. A ella se las receta el médico, "porque tengo problemas con los nervios". Dice que todo comenzó cuando su marido, por cuestiones de trabajo, empezó a viajar al extranjero. "El día a día se me hizo muy cuesta arriba, no me sentía capaz de llevar la casa y las niñas yo sola", explica.
La Vanguardia
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