Comenzó, dócil, pausado, cauteloso, aunque, en el fondo, impaciente. Su cuerpo, tembloroso, iba cogiendo el ritmo. Conforme continuaba, rápidas emociones recorrían su cuerpo, como chispazos. Su pulso indómito aumentaba la frecuencia de sus latidos que, tan ocupados como estaban entre sístole y diástole, no reparaban ya en cuentas del exceso de pasión que regalaban. El frenesí se agolpaba por instantes en su incontrolado ímpetu por acelerar aún más y más y mucho más sin siquiera dejar respirar a la libido que alcanzaba a saborear por momentos el chorro de las fuentes del éxtasis más elevado justo en el momento en que sucedió lo inesperado: Se fue la luz.
Leido en esas interneses de Dios: Cybersexo by Francisco José Gallego Durán
