Baila, suave, la amapola al son de la brisa de la mañana
cantan los pajarillos sin darse cuenta que el día alzaba
luces del mismo despertar al día a día el buenos días le dan
en su rostro de hombre del mundo y de niño, si cabe, aún zagal
tantas noches perdidas ahora para si mismo recuperadas
más otras tantas desveladas que se antojan ahora vanas
formaban un reguero de cuentas sin saldar, manojo de oraciones
perdidas sin par, necedad del amor, por ceguera, entregado al error
tristes sonrisas de gitanillos que rapiñan monedas olvidadas
en bolsillos no rebuscados, y entonando villancicos,
arrancan lágrimas de su alma sincera y enamorada
que ni soportar esas lágrimas puede por nobleza innata
juergas de amigos en peñas ya olvidadas, muecas de risas
ecos de gaitas, sones de amores que antaño fueron
y hoy ni cantan, ni bailan por mucha palmas que les tocaran...
¡ay de mi hijo! que triste estás ahora, mi alma!
que serias mentiras tanto daño hicieron y ahora clavadas
sacan espinas donde brasas deberían correr de arriba abajo
sangrando leche por tu pecho y tu espalda.
Que insanos destinos destinó el mundo a sus anchas…
Como pecaste ese sin pecado y dejaste tú casa y tú patria…
sin duda brava lozanía la que armaba con fuerza tu caminata,
lejos estaba la causa, más tan… tan lejos que ni siquiera estaba
decirse se pudiera porque más que nunca de verdad, la verdad estorbaba
sangre de hermosas venas, que por amor yace esparcida.
que corrieron por calles de mezquitas y columnatas
fluyen a veces tan tardías, que tarde se hizo la mesnada
y su sangre quedó derramada tan pronta que ni cuajada estaba
helaban la sangre aquellas mentiras que su mente helada dejaba
tantas noches de amor en minutos en crujiente cristal tornadas
dejaban vacías de golpe las despensas que en amores gastar esperaba
y libre de nuevo a su morada volvió sin darse la vuelta ni para mirarla
ya no vuelan gorriones por mi calle antes de jolgorio entrenada
ah ni cantan los chicos al jugar a la rueda rueda en la plaza
pero mi sueño tampoco esta ya colgado en mi ventana
que voló hace tiempo y no regresa ni a soñarme ni a cantarla
que yermos quedaron los desiertos en la lontananza
que zafios los requiebros de esa chiquilla tan tosca y ufana
que buenas las tardes de invierno para ni siquiera recordarla
que nuevas manos vendrán de verdad las suyas a calentar
para ser una nueva esperanza donde ni cabía la espera, y aún menos esa.
Hacerse un hueco en calida y sincera charla de primavera
de rodillas en las alfombras, llenas con flores de nuevas promesas
y las bulerías de su n i ñ a que ya hasta el alma le llega.
DF
