
Durante muchos siglos el símbolo de la virginidad fue el color blanco. Sin embargo, en la Roma clásica fue el amarillo: un velo de ese color, el flameum cubría el rostro de la novia y en ese momento, debía taparle hasta los pies. Creen los historiadores que la costumbre de cubrir el rostro de la contrayente partió del hombre, su significado social sería el de mantener a la mujer apartada, oculta de la mirada de los demás.
Pero el verdadero origen del velo es oriental, se remonta como mínimo al año 200 a C. En ese momento era llevado sólo por las solteras como en señal de modestia y por las casadas en muestra de sumisión.
