El abrazo de Dríada...

[...] se llamaba Khufu, era egipcio, realmente bello.
Durante la fiesta participé en todo aquello a lo que mi status dentro de la orden me permitía, y después, cuando los demás se regocijaban en sus placeres carnales y alcohólicos, me retiré hacia los aposentos donde me esperaba Khufu.
Una naos dentro del Templo, detrás de la sala de las ofrendas, pero de igual modo sagrada.

Allí en aquella estancia no muy grande estaba desnudo el esclavo, apenas iluminado por las llamas de un pebetero situado en medio de la sala.

Me acerqué a él, le toqué suavemente la piel del hombro con mi mano…

- suave, muy suave, perfecto. ¡Ven, desnúdame y gózame!

Y se acercó a mí, y por primera vez lo ví tan a corta distancia que sus ojos me impresionaron sobremanera, ¡qué hermosos!; verdes, de un verde esmeralda como no los había visto en ningún humano.

Noté mi túnica caer y mis pezones erizarse por el roce de la tela, me sustrajo de mi pensamiento y encendió mi deseo de ser poseída por ese misterioso hombre de ojos verdes.

Jamás había sentido tanto placer como esa noche: mi cuerpo temblaba a cada embestida suya, violento pero dulce; salvaje pero apasionado. El clímax estaba a punto de invadirme, y habló:

-me estás regalando un placer que no puedo apenas colmar con mi deseo, déjame obsequiarte con el más preciado de todos los dones que se puede ofrecer.

-¿qué quieres regalarme? Sino tienes más que un faldón ajado.- le dije.

-te quiero dar parte de mí a cambio de que tú me des un instante de ti. Más profundo, más ardiente, más deseado: dame tu inmortalidad.

Incrédula y sorprendida lo abofeteé y lo aparté de mí, ¿inmortalidad?...quería mi ¿inmortalidad?

-no la tengo ¿cómo voy a dártela?.

-aún no la tienes, yo te la daré, y ese regalo tuyo será a su vez mío. Déjame gozarte, hacerte llegar al clímax, lo entenderás, lo disfrutarás y me lo agradecerás.

Simplemente no pude decirle que no a sus ojos, ni que sí.

Me quedé muda, me dejé llevar, gozar, otra vez…qué magia emanaba de sus dedos, de su lengua, de su miembro. Ya llegaba al orgasmo de nuevo; y llegué por fin, y todo fue placer. Una oleada de corrientes me recorrió el cuerpo; ¡dolor!, dolor profundo, súbito, dulce, en el cuello. Fue el orgasmo más maravilloso de mi vida, irrepetible, dejé de ser mortal, dejé de ser la Ménade Mayor, me dio el Abrazo.

-De ahora en adelante vivirás eternamente, inmortal para mis ojos, y los tuyos. Ariadna, dejarás de llamarte así; por las noches te llamarás Dríada.

Tu sed de sangre te devorará pero tú la dominarás a ella, mi poder es tu poder, tu sangre mi alimento y la mía tu primera sangre como vampiro, pues eso eres. ¡Ahora bebe!

Y me enseñó su muñeca, le clavé los colmillos y bebí, y sentí un torrente de vida recorrerme: renací. Del Día a la Oscuridad, de la Vida a la Muerte, pero más fuerte que nunca.

Khufu me abrazó se convirtió en mi Sire, ,mi creador, mi padre.[...]

--es un fragmento de la biografía de uno de mis personajes de rol...