Joaquín Maroto | 25/10/2007 (
www.as.com)
Los jugadores del Slavia protagonizaron un hecho insólito: tras perder 7-0 con el Arsenal se fueron derechos a la zona donde estaban sus 2.500 seguidores, se arrollidaron y pidieron perdón. ¿Qué consiguieron? Dar una lección de vergüenza torera, generar empatía en los aficionados y convertir la derrota en victoria. No importa que fuera la mayor goleada recibida por un equipo checo en Europa. El público agradeció el gesto y aplaudió a los futbolistas por su humildad.
Porque hasta el martes sólo se habían dado casos de perdón aislados, pero no el de la disculpa en bloque. Pidieron excusas Dida por su pantomima, Pichu Cuéllar por los seis goles que le metió el Barcelona o Capello por apartar con mal estilo a Beckham. Y es mejor todos a una, como en Fuenteovejuna.
Porque los jugadores a veces olvidan que los aficionados lloran cuando su equipo pierde. Porque tu club es un sentimiento. Si tienes sed te da igual lo que te den de beber, pero si tienes que llevar una camiseta sólo puede ser la de tu equipo. Esa o nada.