Paddy
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« : 1 de Septiembre 2007, 10:49:04 » |
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Mis padres, mi calma y mi vigilia: el recinto y el tiempo de estar en mí, conmigo. A salvo, finalmente. Completamente a salvo del dolor, la razón y el consuelo. Sin temblor. Sin temor. Sin atender a nada. Sin aguardar siquiera a que suceda algo.
Obediente cautivo que enhebra sus jazmines e insistentes cifras, cada noche, que en su ábaco ordena las estrellas, así yo voy limando bayonetas y heridas de rencores y lágrimas. Porque ya nada importa.
Mientras tanto, las sirenas, gimiendo, cruzan las avenidas; el ámbar parpadea en las encrucijadas, y, en húmedas alcobas, la soledad tantea, se desliza por el empapelado y abarquilla sus bordes. Sacudo la tristeza que espolvorea mis sábanas de rabia y alfileres.
Precinto con silencio la derrota. No me rindo. No entrego: simplemente, abandono. Me oculto en el olvido como en un hondo aljibe al margen de la estrella, el jazmín y la lágrima.
Ana Rossetti
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