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Karmofilo
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La pesadilla de LOBA SOLITARIA
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« : 27 de Agosto 2007, 22:40:32 » |
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La aversión o fobia al sexo Hay personas que experimentan una ansiedad extrema cada vez que se les plantea la posibilidad de mantener un relación sexual o cuando se enfrentan a algunos estímulos que tienen que ver con la sexualidad (desnudos, palabras eróticas, películas con contenido sexual, etc.). ¿Por qué ocurre? ¿Qué se puede hacer para que esto no suceda?
1. La fobia al sexo 2. Fobia específica y fobia general 3. Pautas de evitación 4. Cuando no han podido evitar la relación 5. Adaptación al problema
1. La fobia al sexo
La simple ansiedad que algunas personas manifiestan ante la posibilidad de mantener una relación sexual no basta para poder diagnosticar una aversión o fobia al sexo. ¿La razón? Que esta es una característica que aparece o puede aparecer en la mayoría de las disfunciones sexuales.
Por ejemplo, un varón afectado por eyaculación precoz puede evitar las relaciones sexuales por la angustia que le supone su problema. Sin embargo, una vez el tratamiento mejore su control eyaculatorio, el cliente empezará a considerar con anhelo la perspectiva de la relación amorosa.
El rasgo esencial de una fobia sexual es entonces el temor persistente e irracional asociado al deseo compulsivo de evitar las sensaciones o experiencias sexuales, con la característica que el individuo reconoce este miedo como irracional o excesivo.
El trastorno por aversión al sexo o fobia al sexo se da ocasionalmente en hombres y con mucha más frecuencia en mujeres. Las causas más comunes que provocan este trastorno son una experiencia sexual traumática (abuso sexual, violación, vejaciones sexuales, fracaso y/o dolor en una o varias relaciones sexuales) y la ausencia de una educación sexual correcta.
2. Fobia específica y fobia general
Los casos de fobia específica son aquellos en los que la respuesta fóbica se limita a una faceta concreta del sexo, como por ejemplo los genitales del sexo opuesto, los propios genitales, la penetración, las secreciones de los órnanos genitales (semen, fluido vaginal), el sexo oral etc.
Los individuos con este tipo de fobia pueden gozar del sexo y desempeñarse normalmente siempre que logren evitar su fobia concreta. Por ejemplo, una mujer con fobia a la penetración, disfrutará del sexo siempre y cuando tenga la seguridad de que no se llegará a realizar el coito durante los juegos sexuales.
Las personas que muestran fobia general con relación a la sexualidad experimentan angustia o repulsión ante todo tipo de sensaciones, emociones, pensamientos y ocasiones eróticas.
Incluso la simple referencia a situaciones sexuales encubiertas o veladas, como las películas de amor con trasfondo de erotismo, ocasionan verdadero malestar al sujeto que padece una fobia sexual mayor. Este tipo de fobia puede llegar a generar en la persona un estado de alerta permanente, ya que para ella la relación con el otro pierde su neutralidad para convertirse en la posibilidad de un peligro inminente y próximo.
3. Pautas de evitación
Al igual que una persona con fobia a los aviones evita volar, los sujetos sexofóbicos harán lo posible para evitar el sexo. De hecho, se ponen sumamente nerviosos cuando tienen que afrontar situaciones en las que va a resultarles difícil evitar el contacto sexual, y sólo piensan en la manera de escabullirse de acudir a esa fiesta, cita o cualesquiera que fuera la situación que consideran potencialmente peligrosa.
En ocasiones, la ansiedad que genera la expectativa de un lance sexual adquiere visos de obsesión y llega a interponerse en su trabajo y vida social, puesto que cualquier situación aparentemente neutra, se convierte en un escenario que puede llevar a un contacto sexual.
Por ejemplo, saludar a un antiguo compañero/a o ser simpático/a con alguien del sexo opuesto puede verse como algo a evitar para no propiciar ningún tipo de situación “peligrosa”. Llegados a estas situaciones son frecuentes los pensamientos del tipo: “Los hombres sólo quieren sexo conmigo”; “Cuando alguien intenta ser simpático conmigo, sólo buscan aprovecharse (sexualmente) de mi”, etc.
4. Cuando no han podido evitar la relación
Cuando a pesar de la fobia o aversión, estas personas se ven a atrapadas u obligadas a tener relaciones íntimas ante la insistencia de su pareja, bien por el miedo a perderla o por el amor que le profesan, las reacciones de temor o aversión difieren mucho según los casos.
1. Individuos capaces de serenarse
Hay sujetos que son capaces de serenarse y, una vez superada la barrera de la ansiedad anticipatorio y la evitación, llegan incluso a disfrutar del sexo, a veces hasta el punto del orgasmo.
Sin embargo, por paradójico que parezca, estas experiencias positivas no sirven para disminuir la evitación fóbica, pues tras la confusión previa por el hecho de rehuir algo que les ha producido placer, se pasa a una segunda fase en la que se tiñe la situación sexual de connotaciones negativas y la persona se siente culpable o culpabiliza al otro por el echo de que la situación llegara a producirse.
2. Individuos que no consiguen serenarse
Si nos guiamos por la fuerza de sus reacciones fóbicas, el siguiente grupo de sujetos sería el formado por los individuos que no alcanzan a serenarse y viven esta situación sexual sin la posibilidad de experimentar sensaciones eróticas.
Estas personas se esfuerzan en apartar de su mente los contenidos eróticos de la relación, si lo consiguen pueden llegar a sentirse más o menos cómodos con la situación y disfrutar incluso por el hecho de que su pareja goce de la relación sexual.
3. Angustiados y con sentimientos de aversión
Un tercer grupo de personas se sienten tan angustiados y albergan tan hondos sentimientos de aversión ante el acto sexual, que no consiguen despegarse de su conflicto, se limitan a soportar lo mejor que puedan el trance esperando que dure lo menos posible.
4. Reacciones muy severas
El último grupo de individuos, estaría formado por aquellos que sufren las reacciones fóbicas más severas. Estas personas no solo no experimentan ningún placer erótico sino que sienten una gran repugnancia y aprensión cuando se les toca.
Algunas de estas personas sienten temblores, náuseas e incluso pueden llegar al vómito. Dentro de este grupo, incluiríamos a aquellas personas que reaccionan ante el contacto sexual con verdaderas crisis de angustia.
5. Adaptación al problema
La fobia a las arañas o la fobia a volar no suelen interferir de una manera significativa en la vida de una persona, ya que no es común tenerse que enfrentar a una araña y a menudo se puede prescindir de tomar un avión, sin embargo, la sexualidad es un factor nuclear de la existencia humana y su evitación puede resultar profundamente destructiva.
La evitación de la gratificación sexual es ya bastante molesta pero la vida sexual es mucho más que un desahogo físico. Cuando el temor fóbico al sexo rige la existencia del individuo, a veces se sacrifica el amor, la camaradería, la unión matrimonial y el cariño a los hijos. Ser soltero/a, no plantearse el dejar de serlo y no mantener relaciones sexuales, en una sociedad donde la sexualidad y también la relación de pareja son valores destacados, plantea al sujeto fóbico un dilema muy grave.
A pesar de esto, la realidad es que a menudo estas personas se adaptan a su entorno buscando la manera de no enfrentarse a la situación temida y sin buscar ayuda para ello. No hay que olvidar que para este fin la fobia constituye una estructura defensiva construida sobre una serie de evitaciones, prohibiciones y precauciones ante determinados objetos o situaciones cuya proximidad despierta angustia y la necesidad de huir para evitarla.
El grado de sofisticación en la adaptación puede llegar a ser muy elevado, el sujeto sexofóbico crea a su alrededor un mundo en el que se encuentra seguro, se ve solo con aquellas personas que no le suponen peligro, se cuidan de conocer gente nueva que puedan crear situaciones conflictivas y evitan relacionarse en contextos que habitualmente se entienden como lugares de coqueteo, como puede ser una fiesta.
En ocasiones estas personas llegan a entablar una relación convivencial a pesar de la aversión hacia la sexualidad y se las arreglan para casarse, crear una familia y llevar una vida normal en todos los aspectos salvo en el terreno sexual.
Tales individuos logran soslayar su evitación sexual gracias a que se emparejan con personas con ideas sobre la sexualidad que facilitan su evitación, por ejemplo: “el sexo sólo debe practicarse cuando tiene como finalidad la procreación” o encuentran a personas muy comprensivas con su problema o con un problema similar.
De todos modos, y por enorme que fuere la adaptación de estas personas a su entorno, no deben olvidar que esta no es una dificultad crónica, ni mucho menos, y que de existen numerosas técnicas psicológicas para tratar este problema. Por ello, invitamos a quienes sufran esta disfunción sexual, a acudir a terapia con un psicólogo especialista en sexología, para beneficiarse ellos mismos de la eficacia de estas técnicas.
J. Bustamante Bellmunt y Juan J. Borrás Valls Instituto de Psicología, Sexología y Medicina Espill Puleva Salud
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